Hay territorios, espacios, algunos los llaman sitios problemáticos que concitan la atención de personas y comunidades porque alrededor de ellos se construyen relaciones diversas. Es el caso de la quebrada Hato de la Virgen en la ciudad de Ibagué. Para algunos estudiosos, una microcuenca es una fístula urbana donde discurre no un recurso hídrico fundamental para la vida, sino la podredumbre de nuestra fatal relación sociedad-naturaleza.
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Es una quebrada asiento de invasiones en sus márgenes. Muchas veces se han realizado procesos de reubicación pero este fenómeno se obstina en repetirse hasta el cansancio. Hay mecanismos de clientelismo y politiquería que las mantienen. Sin embargo esta complejidad ha sido abordada desde las organizaciones sociales y comunitarias, especialmente de la comuna 8 de Ibagué, quienes han defendido la construcción de un nuevo tipo de relacionamiento con esta microcuenca.
Una iniciativa alrededor de la quebrada, que debe destacarse en un proceso que lleva muchos años, es el de la Titiribiblioteca Comunitaria surgida en el año 2017 en el barrio Buenaventura en la comuna 8 de Ibagué. Como dice su promotora y fundadora: “… Es el interés por promover procesos de transformación social por parte de un grupo de profesionales que habitamos la ciudad”. Más adelante señala: “… El eje político de esta estrategia pedagógica de educación ambiental a través de las artes, es volver a encontrarnos y generar interés por la realidad para comprenderla y proponer iniciativas de transformación”.
Todo el trabajo realizado con gran compromiso como se destaca por la misma comunidad, es que el sueño de este grupo de profesionales se haga una realidad: convertir la ronda hídrica de la quebrada Hato de la Virgen en un corredor de conservación y que en el barrio Buenaventura sea posible recuperar el salón comunal para ubicar allí la biblioteca popular Titiribiblioteca Comunitaria.
Han emprendido muchas actividades culturales con niños y niñas a través de las artes, porque según estas lideresas declararon en una entrevista hace un tiempo: “… las artes son la oportunidad para sensibilizar sobre la realidad ambiental. Los montajes de las obras de títeres siempre están vinculadas a la realidad, a la manera en que los niños y niñas empiezan a mirar el barrio, identificar los problemas y desde allí proponer soluciones frente a estas problemáticas”.
Reconocen que el trabajo más difícil ha sido con las instituciones, lograr que estas las escuchen y que realmente ellas puedan resolver las necesidades estructurales de la microcuenca. Aún así perseveran y se obstinan en seguir adelante porque entienden que los procesos de transformación social son complejos y retadores.
Construir un nuevo relacionamiento con el territorio, habitarlo con lo que significa, crear identidad alrededor de él es el propósito de estas mujeres profesionales que tejen sueños desde lo concreto. Hablar con su fundadora y sentir la pasión desde sus palabras es un motivo de esperanza que se junta con otras voces en la región que le apuestan a un mejor vivir para las comunidades. Necesitamos miles y miles de voces transformadoras, manos que se junten, acciones que concurran en pro de una vida querida, donde la dignidad sea posible para todos. Así se construye desarrollo y paz.
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