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En los territorios es nulo el respaldo que esa diversidad recibe. Hoy la realidad del sector cultural es que los museos están sin recursos, las bibliotecas inacabadas -muchas cayéndose-, los teatros abandonados, los centros culturales con dificultades de financiación, las organizaciones y los colectivos artísticos desfinanciados, y los artistas tratando de buscar otras alternativas para poder subsistir. Por eso, una de nuestras principales causas será cambiar este cruel escenario.
Se requiere fortalecer la inversión en cultura y consolidar programas para robustecer las capacidades del sector, con el fin de atender las necesidades de las personas que en él trabajan y que dependen, mayoritariamente, del esfuerzo público que se canaliza a través de museos, bibliotecas, teatros y centros culturales.
Además, vamos a descentralizar las inversiones en infraestructura cultural y prestar atención a las organizaciones y los procesos artísticos que existen en las regiones para fortalecer los contenidos locales. Proponemos un nuevo mapa de sistemas culturales concebido como un gran patrimonio, con escenarios completamente dotados con libros y herramientas tecnológicas de vanguardia, para hacerlos verdaderamente atractivos y funcionales.
El consumo digital es hoy un actor vital. Necesitamos una política clara que entienda los flujos de ese mercado y que garantice consumos en contenidos digitales hechos en Colombia, financiados en parte por tributos a las plataformas internacionales. También será esencial crear estrategias que permitan que las suscripciones a plataformas de cine, música o videojuegos sean accesibles para toda la población. Una política cultural con un acento digital será una de nuestras principales apuestas. Debemos entender que sin cultura no podremos solucionar nuestros grandes problemas como sociedad y por eso este sector será prioritario en nuestro gobierno.
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