PUBLICIDAD
En este caso, de las llevadas a cabo por personajes, hijos de este terruño, como las muchas realizadas por Édgar Antonio Valderrama en cada una de sus múltiples etapas vitales, bien como periodista, o historiador, narrador deportivo, aprendiz de político, columnista y visionario promotor y animador de eventos de gran convocatoria que en el Tolima ha sido.
Porque es que la vida ‘le ha rendido’ a Édgar Antonio, en tanto en cuanto se inició en los medios locales, siendo aún un menor de edad, casi un ‘guámbito’, en la emisora Voz del Nevado y bajo la dirección de Guido Fajardo, desde donde, luego de iniciado, prosiguió exitoso periplo tanto en Ibagué como en otros lares, hasta llegar al noticiero Alerta Tolima, de la prestigiosa estación de radio La Voz del Tolima con los auspicios del amigo y empresario Paulo Laserna Phillips, tribuna radial que lo proyectó y desde la cual logró los altos niveles de sintonía que le permitieron dar vida, como dinámico gestor que es, a muchas empresas de carácter cívico y de gran valor regional como el ‘Concurso de Música Campesina’.
Vitalidad que lo ha acompañado hasta hoy, cuando lanza en su tierra el libro ‘Historia de la Radio en el Tolima’, publicación que recoge sus experiencias de vida y en la cual invoca el recuerdo de aquellos que por sus ejecutorias alcanzan para él la categoría de paradigmas regionales en la radiodifusión, buscando que su ejemplo se aclimate y sus realizaciones y calidades permeen y se reproduzcan en la nueva dirigencia.
De este personaje se historia que no tuvo la intención de incursionar en la política, a pesar de que nunca fue ajena en sus cogitaciones, y a ella llegó, como se recuerda, por iniciativa de la propia comunidad y la dirigencia cívica de los municipios que lo animaron a incursionar en ella, hasta arribar en representación de su partido, el Conservador, a la Cámara de Representantes. Ejemplarizante vida y talento creativo que constituye un permanente ejercicio de renovación de fe en el futuro del terruño, siempre mirando atrás para justipreciar las buenas gentes del pasado, permitiéndonos confrontarlas con las ejecutorias de hoy a fin de evitar que éstas sean menos vistosas y trascendentes que aquellas.
Comentarios