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Pero si bien esto es cierto en apariencia, la brevedad de tal diagnóstico, como toda simplificación, resulta incompleta, pues a nuestra fácil y cierta efervescencia, debe añadírsele, -sí de verdad se quiere entender la ligereza de juicio que muestra nuestra comunidad-, el bajo nivel educativo de gran parte de la población y su extremo grado de pobreza, circunstancias que la torna vulnerable al demagógico halago, y proclive a las facilistas y por tanto peligrosas ofertas de solución.
Así las cosas, quienes prometen ríos de leche y miel sin mayor esfuerzo o privación, con propuestas algunas ciertas y sensatas, pero otras, que si bien suenan atractivas son absurdas y peligrosas, como las del candidato Petro en la actual ocasión, tales como las emisiones primarias de dinero para repartir y financiar programas sociales; o la inmediata supresión de nuevas licencias para la explotación de hidrocarburos, reemplazándolas por la producción y exportación de aguacates Hass; o la sustitución de las EPS por médicos domiciliarios; o la transferencia de los dineros de los fondos de ahorro privado al estado, para la financiación del grueso de las pensiones; o la supresión de la independencia del Banco de la República en el manejo de la moneda y la inflación; o el incremento de los impuestos a la producción industrial y ponerles aranceles a algunos productos agrícolas e industriales, terminan por ganar el favor de tal segmento de población electora, contra aquellos que con objetividad invitan a recorrer el verdadero camino de esfuerzo y sacrificio para salir de las penurias y dificultades, el cual necesariamente está lleno de baches solo superables con trabajo y perseverante lucha.
Porque no es la oferta de apresuradas y por tanto irresponsables acciones de gobierno, –algunas obviamente que apuntan a evidentes falencias de indispensable solución-, las que deben atraer en primera instancia al ciudadano que vota, sino aquellas que se orientan a la sólida construcción de una sociedad más responsable, justa e igualitaria: las que prometan austeridad en el gasto, priorización de la inversión, salud y por sobre todo honestidad y educación: ¡sobretodo más honestidad y más educación!
¡Que vamos a hacer esto y aquello ! ¡que ahora si se van a hacer las obras que requerimos! ¿pero cómo, si se carece de lo indispensable para lograrlo? Si no tenemos riqueza, pues esta nace de la cultura del trabajo y el ahorro, valores poco arraigados entre nosotros, porque no nos hemos dedicado a enseñarlos y aprehenderlos; ¿o será que se está pensando hacerlo mediante las expropiaciones y estatizaciones de lo privado, como lo esperan los izquierdosos y lo ofertan los promeseros de paraísos, amenazando con echar por tierra la estantería macroeconómica y estructural del país, como sucedió en la vecina Venezuela?
Los electores que hoy, bajo la forma de pequeños o grandes propietarios de bienes de carácter privado; los ganaderos, al igual que los empresarios de todo los tamaños; los constructores; los pensionados o los potenciales estudiantes afectados por la baja cobertura y la mala calidad de la educación pública, o los ciudadanos del común por la falta de justicia y violencia generalizada; el desorden urbano, la precariedad del empleo, la ausencia de sitios de recreación comunitaria, etc., deben desoír a los personeros de la izquierda tradicional, sempiternos ofertantes de ilusorios nirvanas, máxime si estos han dado ya muestras de incompetencia administrativa como en la Alcaldía de Bogotá, y rechazar, para dar paso a quienes de manera prudente y sin arrogancia quieren trabajar por su país, ciertos que su acción y sus obras terminan hablando por ellos.
Y los de siempre, los apáticos, los despreocupados, los indolentes, los perezosos y aquellos que creen que su aporte electoral no es necesario, que no advierten que el voto es una obligación para con el país, la sociedad y la familia, si de verdad aspiran a mejorar el futuro, y el medio por excelencia sin sufragar no podrán "estar de acuerdo con uno mismo", como bien lo señaló en su tiempo el ex presidente galo François Mitterrand.
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