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Sin duda, los más golpeados fueron las unidades de negocios con menos de 10 trabajadores, pequeños y medianos empresarios, restaurantes, hoteles, construcción, vehículos, bares, comercio en general, entre otros. Los más débiles en términos productivos y los más humildes de la sociedad, son los eslabones que con mayor violencia sufrirán el efecto de la recesión. El choque de la demanda fue tan extremo en marzo, abril y mayo, al punto que se experimentó una parálisis sin precedentes en la historia reciente de la economía mundial. Para el caso de América Latina se calcula la pérdida de 47 millones de empleos, Colombia sumó 4.9 millones e Ibagué alcanzó los 78 mil desocupados.
Desde el partido Conservador, como lo hemos hecho históricamente, estamos hoy mucho más preocupados, pero al mismo tiempo comprometidos, con el coherente manejo fiscal y presupuestal de la Nación en estos tiempo de extrema dificultad. En este sentido, acompañamos permanentemente al Gobierno nacional, al Ministerio de Hacienda, Planeación Nacional, ya que el reto en este segundo semestre estará en reorganizar las finanzas y el presupuesto del próximo año, revisar la flexibilidad fiscal, las reformas institucionales, priorizar las inversiones públicas y analizar detalladamente nuevos tipos de endeudamiento con los organismos multilaterales.
Creo que el crecimiento de la deuda externa será inevitable en este punto y hora que vive el Estado y la discusión tendrá que hacerse con argumentos y sin apasionamientos populistas. No está demás que la Junta Directiva del Banco de la República, que redujo recientemente la tasa de interés de referencia en 25 puntos básicos, dejándola en 2,50%, haga otro esfuerzo y una nueva disminución para impulsar el crédito en el segundo semestre. Otro aspecto importante a discutir es la oferta de los bonos de tesorería en el corto y mediano plazo para buscar liquidez. Las calificaciones internacionales aún son beneficiosas para el país y eso mejora la perspectiva de los inversores externos.
Es importante también avanzar en la defensa arancelaria de la industria nacional, especialmente las manufacturas golpeadas por las importaciones y desarrollar un completo plan de protección para las actividades productivas de acuerdo con su cadena de producción, comercialización y consumo. No hay recetas ni soluciones mágicas en medio de esta crisis y los aportes juiciosos son bienvenidos en esta discusión que nos debe aglutinar como sociedad.
El diseño de una política pública de empleo que incluya a mujeres y jóvenes es una tarea pendiente, así como la ampliación de los subsidios y apoyos a las familias más vulnerables. Propuestas como las Zonas Económicas Sociales Especiales (Zese) y la apertura de un programa crediticio desde las entidades territoriales para estimular la reactivación se hacen valiosos para su ejecución en el corto plazo y garantizar gradualmente el restablecimiento de la oferta en el mercado de bienes y consumo.
Como el déficit fiscal es evidente y la contracción sería del 5.5% en la dinámica nacional, en el plano regional los desafíos son mayores, porque las escalas pequeñas recepcionan con mayor fuerza las crisis y se demoran más en superarlas.
En ese sentido, en los entes territoriales, reviste prioridad revisar una estrategia direccionada a la recuperación de los negocios quebrados y de reimpulso a los que todavía estén operando, así como generar garantías en impuestos para estimular las inversiones privadas.
En lo que tenemos que ser conscientes es que este barco llamado Colombia no se va a hundir y de las diferentes estrategias políticas, económicas, sociales y sanitarias, dependerá que el 2021 sea el año del resurgimiento de la Nación.
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