Ministerio de Incultura

Darío Ortiz

Recientemente el Ministerio de Cultura y la Dian lanzaron una Nueva guía de impuestos y beneficios para artistas y gente creativa que consiste en un video interactivo en el cual aparece un ignorante pintor de clase alta, vago y deshonesto, haciendo junto a su galerista una parodia ridícula sobre las artes plásticas, la creación artística y quienes las ejercemos como profesión.

Que los colombianos nos burlemos del trabajo de alguien a partir de los clichés populares puede ser lo más normal y ahí no está el problema, que quien se burle y estigmatice sea el estado dentro de una campaña oficial para mejorar su recaudo tributario eso es otra cosa. Que además esa campaña la avale el Ministerio de Cultura que debía ser el primer organismo en proteger el sector y no mancillarlo es absurdo por decir lo menos. Lo que ha sucedido es como si para informar y sensibilizar al sector de la salud sobre sus obligaciones tributarias se hiciera un video de un médico dándole vida a un Frankenstein hecho de pedazos de cadáveres robados.

Posiblemente como la prensa habla de un Boom del arte colombiano gracias al éxito obtenido por un puñado de artistas en Londres, Madrid y Nueva York, aparece ahora la Dian anunciando con su video el comienzo de otra cacería de brujas tras los supuestos millones que se están moviendo en el sector.

Sin embargo, la misma Dian hasta el año 2012 que reclasificó la actividades artísticas siguiendo normas internacionales no sabía diferenciar entre un teatrero, un titiritero, un serenatero, un payaso y un artista plástico ya que nos tenía reunidos a todos bajo un solo numeral el 9214 de “Actividades teatrales, musicales y otras actividades artísticas”.

Que la Dian no tenga idea de la realidad del estado de los artistas plásticos en Colombia y se guíe por el sensacionalismo de la prensa en busca de sus perdidos millones es apenas comprensible, pero que no lo sepa el Ministerio de Cultura sólo muestra el nivel de ignorancia de su Ministra Garcés y los burócratas que la secundan. En Colombia del par de decenas de miles de individuos que pueden haber pasado por facultades de arte en los últimos cincuenta años menos de mil viven o han podido vivir de su profesión y de esos los menos de treinta artistas vivos que venden en cifras millonarias residen buena parte en otros países siendo obligados a pagar sus impuestos en otros lados, es el caso de Fernando Botero, Doris Salcedo, Óscar Murillo entre los más sonados. En Colombia los artistas plásticos viven de sus familias o de oficios alternos como ser profesor, creativo de agencia de publicidad, maquillador de salón de belleza, dependiente de una galería o empleado del sector cultural. La gran mayoría manejan una precaria economía informal, no han vendido una sola obra en su vida y de los que lo han logrado pocos tienen galería que los represente.

El infame video no acierta ni al anunciar los beneficios para los artistas puesto que la ley colombiana no contempla en los beneficios tributarios uno sólo que incluya la producción, venta o coleccionismo de ningún objeto artístico más allá de las donaciones a Museos y asociaciones sin ánimo de lucro. No hay leyes de mecenazgo ni plan nacional de adquisiciones de patrimonio cultural que favorezcan el sector, no se pueden pagar impuestos con arte, no se pagan con arte las sucesiones, ni se tienen tarifas preferenciales de IVA, beneficios entre muchos otros que encontramos en las legislaciones de otros países.

En vez de pescar con dinamita en un deprimido sector olvidado por el Estado, la Dian debía hacer sus caricaturas en videos de los políticos corruptos y los burócratas de los ministerios que no pagan impuestos de la mermelada que reciben en las comisiones e ilegalidades de la multimillonaria contratación pública. Y el Ministerio de Cultura, en vez de ofender a los artistas apoyando esas payasadas de pésimo gusto, debía estar revisando porqué de los más de 335 mil millones que se reparten de su presupuesto apenas les llegan como limosna unas migajas a los creadores y a los verdaderos hacedores de la cultura.

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