Ficción y realidad

Darío Ortiz

Habitualmente se dice que la realidad supera la ficción, pero la fuerza de los medios y las redes sociales ha logrado una y otra vez demostrar que la ficción, más que superar la realidad, es ahora creadora de realidades.

En la más reciente edición del tradicional desfile de Alebrijes realizado en Ciudad de México con motivo de la llegada del famoso Día de Muertos, los medios gubernamentales y la prensa local anunciaban que ésta nueva versión era diferente, pues estaba inspirado en los minutos iniciales de la más reciente película de James Bond en la que salen unas carrozas con inmensas catrinas frente al Museo Nacional de Arte mientras que el famoso agente 007, con licencia para matar, se juega la vida a tiros con los malos de turno destruyendo y asesinando por doquier. Así que los Alebrijes -grandes animales ficticios con filudas garras hechos en cartonería pintada de colores fuertes que una vez fueron soñados hace décadas por el artista Pedro Linares y que ya son parte del folclore mexicano- vienen a ser tan solo la comparsa del nuevo desfile que intenta igualar la producción de Hollywood.

Algo similar pasó en la reciente campaña del plebiscito con la alteración de datos y de fotografías reproducidos con avidez por los líderes de los comités del No. Noticias de actos de las Farc de años atrás convertidas en recientes, viejas fotografías de Santos en cualquier pueblo eran el testimonio de última hora de que estaba repartiendo mermelada y comprando votos, marchas reeditadas, carteles retocados, y hasta un soldado norteamericano de color llorando en oriente medio fue convertido por un trino de Uribe en un recluta colombiano llorando por los acuerdos de paz, entre otras transformaciones donde la ficción finalmente se impuso y creó la realidad de una votación en la cual derrotaron al Sí.

Pero como todo en la vida se paga… el mismo 2 de octubre a primeras horas de la mañana la fotografía en la que el expresidente Uribe depositaba su voto mostrando que había marcado con una delgada equis el No en la papeleta fue cambiado rápidamente por la misma foto en la cual una mano diligente había borrado la equis de manera que Uribe o votaba en blanco o habría votado por el Sí. Por supuesto, esta versión fue la que se reprodujo de forma masiva por todas las redes hasta posiblemente aparecer al día siguiente en el periódico El Espectador del 3 de Octubre, sin que nadie del Centro Democrático dijera nada.

La foto alterada sutilmente como una broma, la ficción sobre el voto de Uribe, fue cogiendo fuerza de verdad y ya en la más reciente columna en la revista Arcadia del periodista Antonio Caballero, el serio columnista de opinión cuya pluma afilada no acostumbra dejar la cabeza en ningún títere, hace eco de esa imagen y se despacha contra el exmandatario con toda la fuerza de quien lleva años guardando un insulto reprimido. ‘El hipócrita’ es el título de la columna, en que, sin rodeos, muestra su rabia por la sucia campaña del No orquestada por Uribe a la vez que lo define como “perverso polimorfo”, “bebé del diablo” y finalmente de “inveterado hipócrita” justificando el título por esa foto de El Espectador con el No sin marcar.

Como ante las fotos manipuladas y falsas de sus trinos el expresidente Uribe había advertido, sin disculparse por sus engaños, que “no podía hacer el seguimiento a todo lo que le envían” ahora parece que tampoco puede pedir a Antonio Caballero o a la opinión pública que le haga seguimiento a las fotos falsas que publican de él. Pero de todas formas, conociendo la beligerancia de su carácter, es extraño tanto silencio ante los insultos de Caballero y ante la foto que lo convierte en seguidor de la paz.

De pronto en estos giros de la política el dueño de la hacienda La Carolina, el hermano del sindicado líder de Los Doce Apóstoles, el presidente de la guerra, termine por convertirse en un abnegado defensor de la paz, como aparece en discursos recientes, y lo corroboraría esa foto con el No en blanco confirmando la realidad creada por la ficción. Otro Alebrije soñado entre los tiroteos de quienes parece que tienen licencia para todo.

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