¿Qué pasa con la soberanía?

Hoy en día todo el mundo se siente con derecho de criticar, fustigar y ofender al gobierno de Colombia.

Los venezolanos Maduro, Cabello y Jaua se despacharon desmedidamente contra Santos por el hecho de recibir al líder opositor Capriles: dudaron de su sinceridad. Le endilgaron facilitar una conspiración abierta contra la paz de Venezuela. Lo acusaron como muchos Uribistas de “meter puñaladas por la espalda”; y hasta amenazaron con retirar su acompañamiento a la mesa de diálogos de La Habana. Por su parte, las FARC inmediatamente elaboraron un comunicado en el que se declaran -con su natural desfachatez- “preocupados, muy preocupados”, frente a la crisis diplomática con el vecino país, y piden llevar a cabo una reunión urgente con el delegado venezolano en La Habana, Roy Chaderton, supuestamente para buscar mecanismos para “reconstruir la confianza”.

Pocos días después, frente al anuncio del Presidente de Colombia de pretender integrar o, por lo menos, establecer lazos de cooperación entre nuestro país y la Organización del Tratado Atlántico Norte, Otan, el mandatario nicaragüense, Daniel Ortega, mostrando el mas mínimo respeto por las decisiones soberanas que pueda tomar el Gobierno colombiano, calificó de “puñalero” a Santos, según él, por atentar contra el proceso de integración de los pueblos latinoamericanos y otro tanto de argumentos absurdos. Para rematar, el boliviano Evo Morales se unió a los quejosos, tildando de “amenaza” a Colombia por su legítima pretensión, y declarando con soberbia que no iba a permitir la “agresión y provocación a los gobiernos antiimperialistas”.

Estos son apenas los más recientes insultos que ha recibido nuestro país y el gobierno del presidente Santos; sin embargo, también desde fuera de nuestras fronteras han venido insultos permanentes al expresidente Uribe y otras personalidades. Se ha influido en decisiones trascendentales para la seguridad de nuestro país, como lo fue el reversazo dado por nuestro primer mandatario al reforzamiento por parte de Estados Unidos de siete bases militares. Y nos han sometido al mas doloroso despojo de área marina y submarina, por parte del pedestre Presidente de Nicaragua, apoyado en un irresponsable fallo de La Haya.

Pero lo peor de todo no son las agresiones e insultos insolentes que vienen desde fuera, sino la indiferencia y, por qué no decirlo, cobardía con la que se están enfrentando. ¿Por qué este gobierno empezó a comportarse como si Colombia fuera una colonia y no una república soberana? ¿Cuáles son los motivos de no manejar con altura y dignidad la política de relaciones exteriores? ¿Por qué así como el ramplón Presidente venezolano amenaza con romper las relaciones con nuestro país, no se hace la misma advertencia ante sus ofensas y berrinches? ¿Habrá algún otro gobierno de este hemisferio, al que los presidentes mencionados se atrevan a ofender sin ningún reparo, ni mucho menos consecuencias?

Considero que el fin de tener buenas relaciones internacionales y gozar del apoyo de los gobiernos vecinos, no justifica la actitud sumisa y permisiva que está adoptando el Gobierno nacional frente a los recurrentes agravios e intromisiones extranjeras. Por eso, como ciudadano colombiano manifiesto mi descontento, y pido al Gobierno asumir una actitud valiente y decorosa, frente a cualquier hecho que intente menoscabar la dignidad y soberanía del pueblo colombiano.

Credito
CÉSAR PICÓN

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