Lo registro porque su aparición honra al género y restablece la imaginación como soporte de la creación literaria.
Tal vez el único lugar común sea su tÃtulo, “PaÃs de locosâ€, porque en cada una de las narraciones que constituyen el volumen hay un aliento de singularidad y de sapiencia que atrapa al lector. El tÃtulo no escoge el de alguno de los cuentos que conforman el contenido, como es usual en un libro de cuentos en nuestro medio, sino que resume la ironÃa del contenido frente a un lugar imaginario habitado por unos seres igualmente imaginarios pero cercanos en las calles, en las esquinas, en las aceras o en las salas de cualquiera de nuestras ciudades donde nos agobia la soledad, nos endurece el odio, nos maltrata la indiferencia y nos ablanda la muerte.
Los “aguibotasâ€, que son los habitantes de estas páginas, son como nosotros, arrogantes, vanidosos, chismosos, mentirosos, alienados, ingeniosos, leguleyos y envidiosos, y sus relaciones con Aguibe, también ciudad imaginaria (tiene las mismas letras de Ibagué), son iguales a las que mantenemos en la cotidianidad quienes habitamos la realidad.
En verdad poco importa el lugar. Marcados por la historia o por la invención, los personajes de este paÃs resumen la problemática del ser humano contemporáneo, signado por la soledad en medio de la multitud, el anonimato insufrible en las colmenas de cemento, que configuran los suburbios actuales, o por la ambición. Las narraciones se tornan, entonces, universales porque las hermanan con el lector la angustia por la existencia, el abandono de la sociedad, la indiferencia ante el drama individual, tal vez el olvido de la majestad de la historia en medio de la demagogia inútil que anhela reconocimiento.
Ãlvaro Hernández Vásquez, su autor, ibaguereño de nacimiento y “aguibota†por la imaginación, se erige como uno de los cuentistas más contundentes en el panorama de nuestra literatura. Este libro de cuentos es una muestra seria de su madurez como escritor.
Estoy, por tanto, recomendando su lectura. Sin embargo, me queda la duda de si está o no en las librerÃas. SerÃa como arar en el desierto. Y no es que muchos de nuestros paisanos ya no nos lean, como nos quejamos muchas veces, sino que no saben que aparecen nuestras obras. O si lo saben, por notas como esta, no hay librerÃas dónde conseguirlas.
Triste, claro, porque un libro como “PaÃs de locos†merece ser leÃdo por la calidad de su escritura y lo ingenioso de sus temas.
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