Suena contradictorio decirlo ahora, cuando la mayorÃa de las personas piensan que los actores culturales son menos que indigentes, y el estigma de los artistas es que son considerados buenos para nada.
Vivir de la imaginación, crear una mejor vida y dejar testimonio de la época son labores de bohemios y perdedores, sobre todo en estos tiempos en que los bienes materiales están por encima del espÃritu. Una vaca tiene más peso especÃfico que un poema y una taberna o un prostÃbulo más que un salón de conferencias o una sala de exposiciones. Aunque también hacen parte de la cultura de un pueblo.
Nadie piensa, cuando ve una pintura, que detrás del cuadro hay un fabricante de bastidores y de lienzos, unos marqueteros y unos industriales del pincel y los pigmentos; o cuando escucha un concierto, que más allá del concertista hay un fabricante de instrumentos, de cuerdas y de discos; o cuando lee un libro, que ha sido necesario un fabricante de papel, un escritor, un editor, un impresor y un librero; en fin, no piensa en esos centenares de oficios y familias que viven de lo que produce el arte.
Pero este aspecto económico ya se está reconociendo, asà sea como noticia de segunda, por allá metida en alguna página interior en los diarios nacionales.
Pues resulta que un estudio patrocinado por la Unesco y liderado por el Ministerio de Cultura nos dice que las industrias de la cultura aportan a la economÃa el 3.21 por ciento del Producto Interno Bruto, PIB, algo que supera el aporte del suministro de electricidad, gas y agua al mismo indicador de desarrollo del paÃs.
Notable demostración que debiera haber sido noticia de primer plano. Los mayores aportes los hacen la televisión y la radio, seguidos de la industria editorial (¿por qué Norma decidió acabar la publicación de libros de ficción?), y por ese mismo estudio se llega a las exposiciones de arte, los conciertos de música popular y música culta, las conferencias y el cine.
Pues debió ser noticia de primer plano, digo yo, para que los que desprecian los oficios artÃsticos comprendan la importancia del estÃmulo y consolidación de una polÃtica cultural y, sobre todo, que invertir en ella es tan rentable como hacer una carretera.
¿Qué región del paÃs invierte más en cultura? El Eje Cafetero, en cabeza de la ciudad de Armenia, por encima de Bogotá o MedellÃn, según el estudio de la Unesco.
Me alegra el resultado del estudio, asà haya sido noticia de segunda.
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