y vi un horizonte oscuro donde, a pesar de todo, muchas personas brincaban y bailaban, se abrazaban y besaban, sólo que en medio del jolgorio alguien borraba con una mano negra, enorme, lo que yo iba construyendo.
Es imposible, me dije, porque no se puede borrar lo que no se ha escrito ni pintado, y fue entonces cuando un estallido me reincorporó a la vida y…
Era una pesadilla. Mala postura de Año Viejo.
Pudo ser también una premonición. Pero no estaba conmigo mi astróloga de cabecera, tal vez a la misma hora estaría mirando brincar un canguro a las afueras de Melbourne o quizás camino a Sidney, y me era imposible consultarle si esa fiesta borrosa en la memoria era la alegría o era el abandono, la indiferencia o el olvido.
Hubiera podido llamarla, claro, por celular como rezan los cánones de la posmodernidad, la globalización y el consumismo, pero estas cosas del porvenir es mejor resolverlas a la moda vieja, es decir, mirándolas cara a cara, en las cartas del Tarot o en las astrales, y entonces me conformé con deducir que se gestaban en los arcanos mayores y menores una serie de renunciamientos y abandonamientos sin soluciones aparentes.
Pero el Año Nuevo que se me vino encima no fue esa oscura fiesta, premonitoria y todo, sino una reunión fraternal y gozosa, llena de augurios positivos y proyectos de grandeza, al lado de la familia que en el Tolima siempre me ha dado sin condiciones su afecto, la de Carlos O. Pardo, que me estrechó como a un hijo y a un hermano, y al lado mi hijo mayor, su esposa y mi nieto, y el “primo” mayor, Héctor, el mago de la palabra, y Olga Walquiria, la maga de la voz.
Así cumplí el ritual del año que se acaba y el nuevo que se inicia. Y nuevo porque comienzan a ejercer nuevos gobernantes, tanto del departamento como de la ciudad, y siempre sale a flote esa recóndita esperanza de que ahora sí habrá una política coherente en lo social, lo cultural y lo económico, ahora sí vamos a tener estímulos equitativos y no se van a desgastar y malgastar los recursos que pueden florecer el futuro del arte y la literatura en la ciudad y el departamento.
No sé si tengamos que volver a los renunciamientos y abandonamientos cuando ya el 2012 se vaya volviendo viejo… No lo sé.
De todas maneras Feliz Año Nuevo para todos.
Y se me vino encima el Año Nuevo. Y me sorprendió leyendo en el cielo, iluminado por los estallidos de la pólvora, el futuro de la literatura y la pintura (qué monótono soy, siempre con el mismo tema),
Credito
BENHUR SÁNCHEZ SUÁREZ
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