El otro libro

Es bueno que los escritores de ficción no sólo escriban novelas, cuentos, poemas sino que también ensayen a desmenuzar el mundo en el que les ha tocado vivir.

A veces los especialistas se estrellan contra el poeta que escribe novelas o en el narrador que hace poesía o en el economista que escribe cuentos, casi siempre en secreto, como si el arte no fuera uno sólo y al hombre se le pidiera expresarse en uno sólo de los géneros que la cultura y el tiempo han puesto al alcance de su mano, por lo general sin exclusividades.

Pero, claro, se requiere que sean textos artísticos, literarios, fundadores de expresión o de recuerdos, de imágenes más perdurables que los sucesos cotidianos donde nos embadurnamos de mañas y de conocimientos.

Por eso alabo el otro libro que Carlos Orlando Pardo ha puesto a circular, “Los adelantados”, que más que un ejercicio literario es un tributo de afecto y de amor a los amigos idos.

Precedido del ejercicio de perennidad que Ignacio Ramírez hiciera con su obra “Los fantasmas felices”, en el cual deambulan vivos sus muertos más cercanos y queridos, vaya uno a saber por qué designios misteriosos el propio Ignacio ingresaría a colocar letras y palabras en “Los adelantados”, doblemente feliz al duplicar el recuerdo en los lectores de cada uno de los libros.

Como dice Varujan Vosganian en su novela “El libro de los susurros”, que también recomiendo leer, “ningún hombre muere de repente, sino poco a poco. Primero el cuerpo, luego el nombre, después los recuerdos que los otros tienen de él y, lo último de todo, los recuerdos que tenía él de los demás” (p.50)

De ahí que la obra de Carlos Orlando Pardo sea valiosa porque prolonga en el tiempo la aparición del olvido, al que somos tan dados en Colombia, como a la muerte, de seres que han hecho parte de la historia de la región, de la ciudad, del imaginario popular o del recodo íntimo de nuestros afectos.

Con el lenguaje cálido de las remembranzas y de la crónica, se van dibujando en las páginas del libro los cuarenta y dos personajes con sus logros y entusiasmos, quizás sus limitaciones, que pertenecen a la intimidad de sus sueños.

Gran parte de los evocados son de la región, hicieron causa en grandes proyectos personales y colectivos, iluminaron el espíritu de sus contemporáneos y ahora son presencia importante de la historia.

Otros, principalmente escritores, fueron compañeros de ruta del autor, bebieron de las mismas utopías y vieron amanecer el mundo en una página compartida.

Testimonio de afecto y lealtad, “Los adelantados” también es un libro de consulta. Y que se lea, para que vivan más nuestros amigos.

Credito
BENHUR SÁNCHEZ SUÁREZ

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