Sociedades desplazadas

De todos ellos, el desplazamiento interno forzado es no sólo el más doloroso, sino el que más ha golpeado el desarrollo sostenido de la economía regional.

Una característica de la vida nacional en los últimos 60 años ha sido el desplazamiento de su población, en principio por la búsqueda de un mejor futuro y mejores medios económicos, en las últimas décadas, por el lastre y la infamia de la violencia.

También se ha presentado el desplazamiento “cultural”, apuntalado por la búsqueda de mejores oportunidades de educación en centros urbanos más desarrollados que nuestros pueblos de provincia, tan precarios en ofrecer formación, educación y distracción a sus habitantes.


De todos ellos, el desplazamiento interno forzado es no sólo el más doloroso, sino el que más ha golpeado el desarrollo sostenido de la economía regional. Y es algo que debe preocupar al país, para que se incentive la búsqueda de soluciones efectivas que afirmen la convivencia como elemento esencial del bienestar de la nación.


Pero todos estos desplazamientos se han presentado, por supuesto, por el motor del miedo a la muerte o, mejor, por un sentido de supervivencia, más allá del miedo y del terror que producen quienes imponen a toda costa su voluntad y su criterio.


El doctor Agustín Ricardo Angarita Lezama, médico cirujano, vinculado a la Universidad del Tolima, y un selecto número de colaboradores, han desarrollado una investigación que intenta poner sobre el papel las cifras del desplazamiento forzado en el Tolima y permite diagnosticar el problema social tan agudo que ha afectado en gran medida el desarrollo de la región.


Su libro “Rastros de una infamia”, publicado con el auspicio de la Gobernación y la Universidad del Tolima, es un diagnóstico de este lastre que empaña la cacareada democracia nacional y avergüenza a quienes no hacen nada frente a los sin techo, sin medios para trabajar y, en últimas, sin patria.


¿Qué sentido de pertenencia podemos pedir a quienes han sido forzados a dejar sus tierras y sus parcelas, para enfrentar una vida indeseada hacia la que nadie ha podido prepararlos?


Si conocemos los causantes de los desplazamientos forzados, si reconocemos los actores y sus motivos, ¿por qué no actuamos en consecuencia para encontrar soluciones de fondo a tan deprimente situación nacional?


El libro del doctor Angarita es una valiente radiografía del fenómeno en el Tolima. Señala cómo Ibagué, Líbano, Chaparral, Cajamarca y Natagaima son los más grandes receptores de población desplazada del Departamento.


Ojalá este libro, que abre los ojos de los ciudadanos y plantea en forma clara y contundente este problema de las sociedades desplazadas, sirva de herramienta para estructurar políticas de desarrollo comunitario y de convivencia ciudadana.


Pero, sobre todo, sirva para que el Estado tome consciencia de su responsabilidad de erradicar los factores desestabilizadores que han hecho del país el paraíso de los corruptos y el imperio de las mafias.

Credito
BENHUR SÁNCHEZ SUÁREZ

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