Un premio Nobel polémico

La mayor parte de las críticas que he leído sobre Mo Yan, flamante Premio Nobel 2012, de nacionalidad china, sobre todo en las redes sociales, han sido acerca de su militancia política.

Aparece en ellas como el escritor del régimen, su propagador, su baluarte, su complaciente adulador, pero nada se vislumbra de su calidad literaria por la cual, me parece y así ha de ser, fuera merecedor de tan sobresaliente galardón.

Si a Gabriel García Márquez “Cien años de soledad” fue la obra que lo identifica con el premio, según opinión generalizada, a Mo Yan debe ser por su novela “Grandes pechos, amplias caderas”.

Por supuesto, sabemos que es el conjunto de la obra literaria, y no literaria –parte que podría confundirse con sus preferencias políticas-, la que tiene en cuenta la Academia para escoger al elegido, puesto que se trata de un galardón consagratorio y de reconocimiento y no el premio a una sola obra.

“Grandes pechos, amplias caderas” es una novela sólida, de esas que se denominan monumentales porque compendian toda una época, toda una historia, y al lado de “Sorgo Rojo” y “Rana”, las otras que han sido traducidas al español, da forma a la existencia de un escritor fuera de serie.

Yu Huan en su novela “Brothers” abarca la historia de China desde los albores de la revolución cultural hasta la apertura económica, y es también una excelente obra.

A él lo mencionan las críticas con mayores méritos para el Nobel que los de Mo Yan, tal vez porque es residente en los Estados Unidos y hace parte de la diáspora disidente de los más recientes años.

Pero “Grandes pechos, amplias caderas” abarca mucho más historia pues inicia desde la caída de la dinastía Qing, pasa por la invasión japonesa al continente, revive el desarrollo de la guerra civil, pasa por la crueldad de la Revolución Cultural hasta llegar al frenesí de la apertura actual.

Sin embargo, no es porque haya sido más ambiciosa en capturar el tiempo por lo que me parece tan monumental, sino por la manera como lo aborda, el juego entre la realidad y la ficción y, un poco más allá, por la imaginación que valida la magia, el realismo mágico por encima del realismo socialista, ese donde suele actuar un escritor del régimen. Es mucho más imaginativo, suelto y crítico que eso.

“Grandes pechos, amplias caderas” es una novela que merece ser leída no sólo por ser un compendio genial de la historia china sino por la magia de su lenguaje, por los retratos vívidos que nos presenta y porque es, en definitiva, un homenaje a la madre, Shangguan Lu, que atraviesa de principio a fin la novela.





Credito
Benhur Sánchez Suárez

Comentarios