Para completar la dicha, leo las declaraciones de un magistrado del Consejo de Estado donde afirma que las pensiones de los exmagistrados son equitativas e intocables. Una alharaca polemizar sobre ellas, dice. Y también las de los congresistas, por supuesto, para beneplácito de monseñor Ordóñez.
¿Los más altos representantes del poder judicial piensan eso?
Tal vez el calor, la soledad y el ruido musical me estén haciendo perder la cordura.
Pero si uno mira la realidad, esos exmagistrados y excongresistas no sólo violaron la ley con topes que exceden los máximos establecidos, sino que lograron tales privilegios con componendas sobre el tiempo, trucos con la edad y cuantas argucias fueron necesarias para lograr tantos privilegios.
Los excongresistas, por unos pocos años, reciben su pensión varias veces millonaria. En contraste, miles de extrabajadores que han logrado el milagro de la pensión después de arduos años de trabajo, a duras penas reciben como mesada un salario mínimo.
Ellos insisten en que se ajustan a la ley. Claro que se ajustan a la ley. ¿Cuál ley? La que ellos mismos han ido acomodando a sus intereses, sin importarles el país. Si esto es equidad, que el calor nos pudra a todos.
Además, como si no les bastara, se proponen establecer un impuesto con cargo a las pensiones, que las recorta en un 23 por ciento. O quizá más.
Debe ser para financiar a los ladrones de cuello blanco o a la nefasta política de limosnas que el gobierno tiene para embobar al electorado.
En lugar de condenar a los corruptos y hacerlos devolver todo lo que se han robado, se va lanza en ristre contra quienes dedicaron su vida y sus esfuerzos a lograr un país medianamente posible.
La idea de eliminar los privilegios, de la que se habla para respaldar una reforma al régimen de pensiones, es sólo para engatusar a los del montón. Aquí no hay equidad que valga, aquí saquea el que puede, es decir, no hay justicia.
La justicia en Colombia es una vergüenza.
Y la equidad es como un caucho.
Es lamentable el cinismo con que se jactan al dar a conocer el ínfimo porcentaje de pensionados que reciben millonarios ingresos mientras una millonada de extrabajadores a duras penas recibe un salario mínimo para una subsistencia miserable.
Vergüenza debiera darle al gobierno manejar el país más inequitativo del mundo. Pero, sobre todo, que no haga nada para remediarlo.
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