De la importancia y el poder

Me sorprende a veces la manera como algunas personas entienden y manifiestan su concepto de la importancia de algunos hombres en la sociedad y del ejercicio del poder. Y que sean siempre los políticos quienes acaparen no solo el poder sino también la importancia que lo adorna. O lo envilece.

Casi siempre el poder es efímero, pasajero, imprevisible y por tanto la importancia de quienes lo ejerzan también es circunstancial. Es, claro está, el poder de quienes ejercen cargos públicos y mando sobre otros, que hoy están, mañana no sabemos. Sólo el ejercicio creativo de su responsabilidad, en beneficio de la sociedad a la que pertenecen, podría darles continuidad en el tiempo. Sembrarse en el recuerdo. Ser parte de la historia.

Así mismo, la importancia es relativa pues depende de su posición frente a la vida y la capacidad de adaptarse que tengan quienes dicen, o de quienes se dice, son importantes.

En la edición dominical de este diario leí que de los hijos del hermoso municipio de Venadillo, son importantes los políticos, que por estos días ejercen el poder en esta sección del país, desde la cabeza más visible del departamento hasta la presencia de algunos otros en cargos con alguna capacidad de decisión e influencia en el desarrollo de la región.

Sólo pasado su cuarto de hora podremos evaluar si fueron verdaderamente importantes, es decir, si cumplieron con su deber de gobernantes, superaron las expectativas de su cargo y pueden escribir sus nombres en el veredicto inapelable del tiempo.

Felicitaciones a Venadillo por este logro. Sin embargo, me late que la importancia que será imperecedera no ha de ser la de los efímeros sino la de aquellos que han podido sembrar el horizonte de esperanzas, como lo hacen los artistas.

El ánimo de exaltar, casi como un reto, el poder de los políticos tal vez haga olvidar que hay legados que no borrará el ejercicio temporal del poder. Por ejemplo, la capacidad de inventar de nuevo el mundo para sembrar ideales, que hace perdurable nuestros accionar sobre la tierra, sólo está en manos de los artistas.
Y para el caso de Venadillo, qué mejor que recordar también la presencia nacional de Edilberto Calderón, este pintor que ya ha inscrito su nombre en la tabla imborrable de la historia. O la de Jaime Almonacid, quien en vida registró con sus pinceles las plazas de los municipios del Tolima.

Las urgencias del hoy, de la supervivencia, hacen que se olviden a quienes le dan, por encima de la indiferencia y el menosprecio, el brillo permanente que no logran los efímeros.

Bienvenidos los importantes y su poder, siempre y cuando cumplan honestamente su papel en nuestra sociedad.


Credito
BENHUR SÁNCHEZ SUÁREZ

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