Nos la merecemos

Nos merecemos que haya más certámenes internacionales en la ciudad. Nos merecemos el Festival Internacional de Piano Óscar Buenaventura. También una exposición como la de la colección de Arte de Avianca. Nos la merecemos.

Son eventos que enriquecen el espíritu, hacen de la ciudad un amable refugio en el que el arte, así sea de manera esporádica, derrota la chabacanería y arrogancia del jolgorio y la gritería, esa que hace exclamar a muchos incultos que Ibagué es “el mejor vividero del mundo”: piscinas, mujeres (para otros -y otras- serán hombres, ¿no?), y licor.

Con un espectacular concierto de cierre a cargo de la Orquesta Sinfónica del Conservatorio del Tolima, bajo la dirección del maestro Felipe Aguirre y el maestro ruso Sergei Sichkov como pianista invitado, y la interpretación del Concierto para piano y orquesta no. 1 en re mejor, Op. 15, de Johanenes Brahns, concluyó el pasado viernes el Quinto Festival Internacional de Piano. 

Brilló en el Festival nuestro pianista Juan Pablo Luna Buenaventura, y eso justifica con creces el evento musical. Habría que pedir a los estamentos culturales una publicación (¿un CD u otro formato más moderno?) con la obra de nuestro destacado pianista.

También la semana pasada el Museo de Arte del Tolima, MAT, abrió al público la exposición de una selección de obras de la Colección Arte Avianca.

La importancia de la colección radica en un hecho simple: las obras recopiladas por la aerolínea contiene, ni más ni menos, la historia del arte del siglo XX en Colombia, una muestra de 46 obras que van desde el paisaje de Gonzalo Ariza hasta las explosiones de color de Ángel Loochkart.

Para muchos será la oportunidad de estar frente a originales de los más destacados artistas nacionales -algunos internacionales- como Édgar Negret y Eduardo Ramírez Villamizar, Manuel Hernández y Alejandro Obregón, Juan Antonio Roda y Luís Caballero, Hernando Tejada y Jorge Elías Triana, etc. 

Este hecho tan elemental impulsa la necesidad de certámenes de esta categoría en la ciudad. También debería ser el incentivo para que la ciudadanía se apresure a la sede del Museo para establecer ese diálogo enriquecedor en el que, poco a poco, somos personas más conscientes.

Es una inversión con resultados intangibles, pero más importante que aquellas que revierten montañas de billetes -para disfrute de ladrones y asesinos- porque aquí lo que cuenta es el ser humano, que siempre ha de buscar ser mejor.

Por eso el Conservatorio y el Museo se merecen todos los elogios y todos los apoyos para que estas actividades se conserven en el tiempo. Que no sea la limosna a cuentagotas con la que se dan importancia los burócratas de turno, sino una política cultural. 

Esa, también, nos la merecemos.

Credito
BENHUR SÁNCHEZ SUÁREZ

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