¿La paz está cerca?

Benhur Sánchez Suárez

He oído decir que la paz está cerca. Lo dicen personas convencidas de ver la firma del convenio entre unos insurgentes y el gobierno en fecha próxima. Y a su firma, la llegada del progreso por la tranquilidad de producir para generar un país próspero.

La paz está cerca, dicen, y afirman que se huele en el aire y en el alma de tantos que nunca han salido de sus casas sin la zozobra de una suerte incierta.

Eso dicen. Sólo que me late que no es cierta tanta dicha. Porque la paz no es solo el acuerdo que se firme, sino la transformación de una sociedad acostumbrada a los actos violentos como parte de su cotidianidad. Y esa reeducación no se da porque se firme un papel y el grupo firmante deje las armas y el gobierno les brinde las oportunidades de ser productores de riqueza en lugar de lágrimas y dolores, esas que no le ha dado al resto de la población por incapacidad o negligencia o prioridades distintas a las de satisfacer las necesidades básicas de sus gobernados.

¿Dónde la equidad? ¿Dónde la justicia?

Está cerca pero yo siento que no es así. Tal vez cerca la firma. No tan próximo el fin de los odios, las venganzas, las retaliaciones y la agresividad que una educación carente de humanismo ha instaurado en los corazones de varias generaciones.

Cuánto tiempo se necesitará para limar ese ánimo de competencia que forma seres para matar ilusiones en los otros seres. Para exterminar la ambición de poder a cualquier precio y educar juventudes amparadas en el respeto por el otro.

Qué tan cerca puede estar en una sociedad minada de grupos y grupúsculos, delincuentes comunes y especiales, que seguirán haciendo de las suyas, llenando de dolor los hogares que trabajan para edificar un futuro digno.

Cuántas negociaciones serán necesarias para que realmente la tranquilidad reine en los campos y ciudades y cuántos años habrá que esperar para que el bien común sea una conducta social y no una limosna de los poderosos propietarios para la multitud necesitada.

La tarea es inmensa, requiere muchos años para posicionarla en el corazón de la sociedad. Así que no creo que la paz esté cerca. Posiblemente la firma de un compromiso en que las extorsiones, los secuestros, las vacunas, los desplazamientos y despojos disminuyan y que quien produzca no lo haga para los delincuentes y un gobierno injusto, sino para su prosperidad y la de sus semejantes.

Y ojalá las ayudas de las comunidades internacionales no vayan a parar a los ladrones de siempre, como ha sucedido cuando se han querido superar las tragedias que sufrimos con tanta periodicidad. Como la naturaleza herida. O como la violencia.

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