“¿Lo que más me gusta? Vivir, reír, viajar, mis hijos, el flamenco, los amigos y sentirme útil” son palabras de M.ª Ángeles Cantalapiedra en la solapa de su libro “Largas tardes de azul”, una novela que por fin he tenido en mis manos y ha encantado mis “cortas tardes de Ibagué”.
Y así, con esa tranquilidad con que lo anuncia, es esta obra, cuarta novela que publica en su también corta carrera literaria. Tiene el encanto de atrapar desde el principio y aunque se motiva por un evento fortuito, se desarrolla con fluidez con la profundidad del pensamiento y la cotidianidad de la vida que camina diáfana dentro de la complejidad de la condición humana.
Su novela es como ella, como la conozco: abierta, descomplicada, sincera y directa. Su lenguaje no tienen dificultades innecesarias, sabe ser culto y coloquial de acuerdo con la intensidad de la narración.
Sus personajes están diseñados para que el lector los sienta cercanos, como si fueran nuestros amigos entregándonos sus experiencias vitales, con tanta naturalidad que, quizás, esta sea la cualidad más importante por la que “Largas tardes de azul” nos atrae y emociona.
Para corroborarlo, están sus diálogos, frescos y espontáneos, como conversaciones que hayamos sostenido en algunos momentos de nuestra vida. Claro, están matizados de expresiones coloquiales, aquellas que identifican al español, porque M.ª Ángeles Cantalapiedra es española, de Valladolid, como ella misma nos lo confirma: “Soy de Valladolid, incluidos leísmos y laísmos”.
En 287 páginas desarrolla la historia de unos amigos, tres mujeres, Carola, Claudia y Carmen, y dos hombres, Mateo y Jacinto, que están unidos desde la infancia y se reencuentran a raíz de la muerte del esposo de Carola. También, como es obvio, está la aparición, inquietante y siempre inquisidora, de la policía, en este caso de Gabriel, detective joven que asume la investigación, y completa el panorama de la novela. Él es quien debe, con su dedicación, develar el asesinato del violento esposo de Carola.
Por eso M.ª Ángeles Cantalapiedra logra que la intriga sea el eje central de su novela. Y que el lector quede cautivo de sus páginas con la necesaria expectativa de una solución.
Me alegra mucho encontrar esa frescura en esta novela de una mujer que conocí en la feria del libro Madrid en el 2018 y reencontré en la Feria Internacional del Libro de Bogotá este año, cuando pude adquirir su novela, bajo el sello del grupo editorial Sial Pigmalión.
Esa espontaneidad de M.ª Ángeles Cantalapiedra en su novela la comprobamos cuando ella finaliza, también en la solapa, “La vida es muy grande y si esta no da la oportunidad de vivir como tú quieras, estamos los escritores para ayudar a vivirla.”
Magia de la literatura.
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