Fui el jefe de debate en el Tolima en la primera campaña presidencial de Álvaro Uribe Vélez. Apoyé su primera reelección. No participo del Partido de la U. No participé de la campaña del hoy Presidente de todos los colombianos, doctor Juan Manuel Santos, pues en esa coyuntura política aposté por lo que representaba el movimiento político de Compromiso Ciudadano, que lideró Sergio Fajardo.
Hoy hago parte de la puesta en marcha de la política nacional de consolidación territorial, que tuvo raíces en la administración Uribe con lo que entonces se llamó Centro de Coordinación y Acción Integral, y que el presidente Santos ha querido potenciar y formalizar creando la Unidad Administrativa Especial de Consolidación Territorial, que en el Tolima hace una fuerte intervención en el sur del departamento.
Todo lo anterior como necesaria limpieza comunicativa con el lector.
En el proceso político colombiano de los últimos años, muchos quisieron poner al país en el falso dilema uribismo vs. antiuribismo. En los días que corren son muchos los que se frotan las manos hablando de Uribe contra Santos o viceversa.
Recién triunfó Santos, en esta misma columna me permití escribir que el reto del nuevo Presidente en el corto plazo era sacar al país del falso dilema de uribismo vs. antiuribismo y evitar que en el mediano plazo el país se dividiera entre santistas y antisantistas.
Para mi gusto, el presidente Santos ha logrado, con guante de seda, superar el debate uribismo vs. antiuribismo y tiene talante suficiente para evitar que su nombre se convierta en motivo de inútiles fracturas sociales y políticas. En los últimos días, su loable propósito de no pelear con Uribe flaqueó, al afirmar que Uribe era sinónimo de pasado. Uribe sigue siendo presente y sus tesis tienen futuro.
El expresidente Uribe sentó sólidas bases para evitar que Colombia terminara como Estado fallido y permitir que, hoy por hoy, avancemos por senderos de viabilidad y esperanza. Sin embargo, hace caja de resonancia en demasía de voces aúlicas que quieren medrar con el irresponsable dilema uribismo vs. antiuribismo.
Para robustecer a Colombia como comunidad política que avance por los senderos de una democracia segura, productiva, justa, incluyente, sostenible, soberana e institucional, es mejor hablar de Uribe y Santos, Santos y Uribe y no de Uribe o Santos, Santos o Uribe. El país demanda que estos dos representantes del pasado, presente y futuro de la política colombiana superen sus diferencias, teniendo en la mira los altos intereses de Colombia como el objetivo común y principal acuerdo.
¿Y de La U qué? Colombia necesita partidos que se entiendan y actúen como empresas políticas con un cuerpo de doctrina que dé cuenta de una visión de persona, de sociedad y Estado. La U es, hoy por hoy, un buen negocio electoral con mucho por hacer para llegar a convertirse en una empresa política duradera. El país necesita tesis liberales y comunitaristas.
Presidente Santos, expresidente Uribe, por favor: DIALOGUEN.
En los días que corren son muchos los que se frotan las manos hablando de Uribe contra Santos o viceversa.
Credito
ALFREDO SARMIENTO NARVÁEZ
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