La negociación de paz bajo el modelo de la zona de despeje que lideró el presidente Andrés Pastrana permitió a las Farc manejar a su antojo tres variables a saber: espacio, tiempo y temarios.
Espacio representado en 40 mil kilómetros cuadrados bajo control y abuso de las FARC. Temarios pretensiosos que buscaban agotar toda la agenda social, política, económica e internacional de la sociedad colombiana en el marco de jornadas con más pinta de shows mediáticos que de juiciosas metodologías para tratar temas complejos. Con la variable tiempo, las Farc impusieron su ritmo, hasta que la paciencia gubernamental se reventó con el secuestro del avión de aires.
El actual proceso de negociación que se avanza en La Habana contrasta con el anterior en dos sentidos:
1) Las Farc no tienen zonas sobre las cuales ejerza cómoda e impunemente su poder atrabiliario, no controlan la variable espacio territorial con aval del Estado colombiano y las FF.AA. tienen el mandato para hacer presencia y recuperar hasta el último centímetro cuadrado del territorio nacional.
2) Los temas están acotados y no al garete. Se han logrado textos parciales sobre tres grandes temas como tierras, cultivos ilícitos y participación política y aunque las Farc se reservan arrogantemente unas cuantas salvedades, ya son textos que empiezan a desbrozar el camino para alcanzar un acuerdo integral de negociación.
Sin embargo, con la variable tiempo en La Habana, habría que decir que el ritmo lo sigue imponiendo las Farc y el Gobierno pierde cada vez más control sobre el mismo. El presidente Santos anunció hace dos años que esta etapa iba a ser rápida y dio a entender que se trataría de una mesa que en seis meses daría conclusiones y definiciones. Las Farc ripostaron y dijeron que no habría paz exprés y se han salido con las suyas.
En octubre de 2015 Colombia tendrá elecciones de gobernadores, alcaldes y corporaciones públicas. Es fácil pensar que las Farc dilatarán cualquier acuerdo y buscarán que el próximo debate político regional replique en los territorios lo que terminó siendo el debate político a presidencia a nivel nacional que polarizó a las tesis pro paz y diálogo y las tesis pro seguridad y fuerza, una polarización que ciertamente les conviene a ellos, que son los que juegan este pulso por fuera de la institucionalidad.
Ya El Centro Democrático y los partidos de la Unidad nacional están preparando sus estrategias para ir en pos de gobernaciones, alcaldías y corporaciones públicas. Como van las cosas en materia de polarización, sus candidatos enarbolarán unos las tesis de la seguridad y la fuerza y otros las tesis de la paz y el diálogo: esta polarización solo servirá para los intereses de las FARC.
Nuestros territorios, nuestras regiones y el Tolima, en particular, merecen propuestas que dosifiquen exactamente la mezcla perfecta de seguridad, fuerza, diálogo y paz, para no seguir siendo el teatro de visiones excluyentes de caminos para lograr la convivencia.
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