Para cubrir sus vergüenzas, Santos desató en cadena el anuncio de programas “hoja de parra”: Cien mil casas “gratis”; indemnizaciones a las víctimas; subsidio a la tasa de interés para vivienda VIS y créditos Icetex; declaración de “Familias en Acción” como política de Estado; otras cien mil viviendas rurales. Todo en camino hacia la reelección.
A dichos programas les surgen mil reparos. Las casas, fuera del reto de poder edificarlas, no serían completamente gratuitas, y, según está concebido el proyecto, lo único garantizado son las utilidades, con cargo al Erario, de las grandes constructoras, escogidas a dedo.
Los subsidios estatales a las tasas de interés no corrigen la desigualdad porque el acceso al crédito ya es de por sí restrictivo; el pago por indemnización a las víctimas se fijó en 17 salarios mínimos, inferior a los 22 del gobierno anterior; y, sobre “Familias en Acción”, se afirma que “…tarde o temprano, se revela como dañino para los hogares e insostenible para el fisco” (Alejandro Gaviria).
Salir de la indignante desigualdad en Colombia, implica esfuerzos superiores a tales programas. El libro La disminución de la desigualdad en América Latina (López-Calva, 2011), al estudiar los progresos al respecto en Argentina, Brasil, México y Perú, no destaca proyectos como los de Santos, sino que define como principales: 1) los ingresos laborales y 2) las políticas redistributivas. Estas últimas, que conllevan mayores trasferencias sociales, deben financiarse por “una concentración en los impuestos superior a la concentración de los ingresos”.
En Brasil, México y Argentina el alza del salario mínimo, en términos reales, fue clave. Entre 2001 y 2007, en Brasil subió 35% mientras aquí no supera el 1% anual; y, en cuanto a progresividad impositiva, la anunciada reforma tributaria, que disminuye la tasa al impuesto de renta, además de conocidas gabelas al gran capital y el incremento de productos gravados por el IVA, evidencia una dirección contraria, sin descontar que el neoliberalismo se sigue aplicando a rajatabla.
Al “socialismo” santista le cabe una frase del prólogo del libro en mención: “fenómenos como el clientelismo y el empoderamiento del Estado a manos de élites depredadoras todavía es un desafío para la efectividad de las políticas públicas”, ello al referirse al “gasto público enfocado en programas específicos”, sin alterar la tributación sobre la riqueza ni adoptar esquemas de ingreso, protección y seguridad social verdaderamente integrales.
El debate sobre la restitución de tierras del senador Robledo y los representantes Arias y Cepeda, del Polo, develó que la “revolución agrícola santita” carece de metas y logros. Ese proyecto, que como dijo alguien, “… donde el gobierno tendrá que jugarse a fondo”, está en ceros y con inciertas expectativas.
Credito
AURELIO SUÁREZ MONTOYA
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