Tolima y la estirpe transformadora del país

George Wallis

No podríamos dejar que se termine el mes de abril sin dedicar un espacio a recordar que hace 155 años, en este mes, nació una gran región. Para quienes nos identificamos con el Tolima, esta es una oportunidad para repensar sus raíces, y yo propongo releer algunos textos básicos de historia regional, entre ellos, el Estado Soberano del Tolima (1861-1886), de Hernando Bonilla Mesa, profesor de la Universidad de Ibagué.

Ubicándonos en esa época, corre el año de 1861 y el General Tomás Cipriano de Mosquera crea el Estado Soberano del Tolima. Apenas cuatro meses después de este hecho, el 18 de julio de 1861 Mosquera y sus hombres entran a Bogotá y se inicia un proceso político de profundas transformaciones nacionales. Vale la pena traer a colación que este episodio refundacional liderado por Mosquera ocurre solo medio siglo después del ‘grito de independencia’.

El nacimiento del Estado Soberano del Tolima hace parte de un ambicioso proyecto político que busca impulsar la autonomía de las regiones de Colombia. El país es por estos días un estado centralizado, que pretende manejar todo desde Bogotá. Pero, la revolución de Mosquera crea con este estandarte del Tolima los Estados Unidos de Colombia. Y el cambio no solo es geopolítico.

Se impulsa en el Gobierno de facto de Mosquera una revolución económica, que llega a su culmen con el ‘Decreto de Desamortización de Bienes de Manos Muertas’. Este decreto busca redimir a los pobres del país e inyectar nuevo vigor a una economía estancada. Por supuesto que la Iglesia, principal afectada por esta y otras medidas revolucionarias, no tardará en excomulgar al caudillo liberal.

Los avances de la revolución, la única revolución triunfante desde la Independencia, llevan a la expedición de una nueva constitución, de ‘Los Estados Unidos de Colombia’. En realidad, la revolución de independencia había sido solo un primer paso de impulsar cambios sociales favoreciendo a la burguesía criolla neogranadina. Pero esta vez, el cambio es para redimir a la ‘pobresía’ y conquistar la autonomía regional.

En este nuevo país, un tolimense ejemplar, Manuel Murillo Toro, hijo de una familia modesta de Chaparral, llega a ser dos veces Presidente de Colombia. Gracias a Murillo se comprueba en esta nueva Colombia que es “posible llegar a los más altos puestos aún naciendo pobre y sin ceñir espada” (como nos cuenta Eduardo Posada Carbó, en su columna de opinión en El Tiempo de hace unos días).

Volviendo a nuestros días, en abril de 2016, quizás sea pertinente revisar la historia para entender dónde queremos llevar al país en este año crucial. Sugiero hacer este ejercicio con particular énfasis en Chaparral y su legado ‘murillista’ ejemplar: Darío Echandía, Alfonso Reyes Echandía y Alfonso Gómez Méndez.

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