Sin soberanía energética

“No hubo que esperar hasta 2027 para estrellarnos con la más cruda, previsible e inevitable realidad: que ya entramos en la era de la pérdida de la soberanía...”.

Para los colombianos bien informados no fue una sorpresa que Ecopetrol anunciara la suspensión del suministro de gas a 13 empresas comercializadoras de este combustible para vehículos, debido a la necesidad de priorizar su destino para la generación de energía en las termoeléctricas, alegando la sequía padecida en varias regiones del país.

Las empresas perjudicadas son aquellas que suscribieron contratos de firmeza condicionada con Ecopetrol, esto es, las que convinieron en recibir gas natural en aquellos eventos en los que no hubiera una situación de escasez.

Aunque pareciera una situación de altruismo oficial la decisión adoptada por Ecopetrol, lo cierto es que todos los temores que pronosticaban caer en una situación de compromiso de la soberanía energética antes de que culminara el mandato del actual Gobierno, se quedaron cortos.

En efecto, varios expertos anunciaron que el país estaba en riesgo de perder la soberanía energética, culpando a la ideologización del sector minero energético por parte de los altos funcionarios que lo han manejado en el actual mandato gubernativo. Esa crítica fundada en la evidencia fue cuestionada bajo la argumentación fundada en las percepciones no probadas, esto es, en la ideología… y este viernes acabamos de conocer las consecuencias.

No hubo que esperar hasta 2027 para estrellarnos con la más cruda, previsible e inevitable realidad: que ya entramos en la era de la pérdida de la soberanía energética, no por razones fácticas, sino por decisiones y omisiones adoptadas por percepciones ideológicas infundadas, que van contra la sensatez y los básicos intereses nacionales.

A pesar de que altos funcionarios del Gobierno lo saben, no han sido capaces de transmitirle al presidente de la República, empeñado en salvar al mundo con su verbo, que el sector energético enfrenta una volatilidad impulsada por las tensiones geopolíticas, al punto que se sabe, más allá de toda duda, que para 2050 la electricidad y el hidrógeno sólo representarán el 50% de la matriz de generación; o que la demanda de petróleo (combustibles fósiles) continúa avanzado, incluso bajo la premisa irrefutable que alcanzará el punto máximo en los próximos cinco años y que, aun cuando crecerá la inversión en proyectos de energías renovables y descarbonización, no será posible brindar seguridad energética a cualquier país del mundo, sin petróleo, gas y carbón por muchos más decenios.

Todos los profesionales medianamente enterados de estos temas saben que, de conformidad con la hoja de Ruta de la Transición Energética del Gobierno nacional, Colombia tiene que aumentar su capacidad de generación en el 116% para el 2030 y en un 360% para el año 2050; pero en Palacio parecen desconocer este dato sensible.

¿Es que no se han dado cuenta de que ya entramos en el periplo de la pérdida de soberanía energética?

 

EL NUEVO DÍA

Comentarios