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El Nuevo Día: ¿En sus libros, usted ha hablado de los mitos y errores sobre la profesión docente. Díganos algunos y cómo se pueden desmontar?
Miguel Ángel Santos Guerra: “Los mitos son muy perjudiciales para comprender un fenómeno complejo porque simplifican, distorsionan, falsean y enturbian el conocimiento. Y, desde esas perspectivas erróneas, se pervierte también la actitud y la acción.
Las mitomanías educativas tienden a desentenderse de la complejidad. Si se profundiza un poquito, se descubre que responden a una mera conjetura, a una suposición o a la repetición de un tópico sin fundamento alguno. Se repiten en las tertulias, en las conversaciones de café, en los diálogos de amigos, en las reuniones de padres, en los pasillos de las escuelas, en las sobremesas familiares… Y pocos se atreven a contestarlas o a ponerlas en entredicho.
Es importante manejar la duda como un mecanismo protector contra las verdades absolutas que acechan en todos los dogmas, en todas las mitologías.
El estado de opinión se construye sobre frases hechas, sobre eslóganes, sobre estereotipos. En definitiva, sobre falsedades y simplificaciones. Se hacen unas generalizaciones que desvirtúan la realidad. Y, además, con frecuencia, conducen a un estado de ánimo negativo y pesimista sobre la realidad”.
- END: ¿Cuáles son, para usted, los mitos más comunes en la profesión docente?
MASG: “Entre los muchos mitos, voy a hacer referencia a diez que considero importantes: El profesor, nace y no se hace; para ser profesor basta dominar los conocimientos de la asignatura; para ser un buen profesor basta tener buena voluntad; la enseñanza causa el aprendizaje; hay formas inequívocas de saber si el aprendizaje se ha producido; hay una explicación inequívoca sobre las causas que han provocado la falta de aprendizaje; los alumnos y alumnas solo aprenden conocimientos; los alumnos y las alumnas solo aprenden lo que se les pretende enseñar; los alumnos y alumnas sólo aprenden de los docentes”.
- END: ¿Hay otros mitos populares en torno a la profesión docente?
MASG: “Las escuelas privadas tienen más calidad que las públicas, la docencia es un oficio para mujeres, los alumnos y las alumnas de hoy no se interesan por nada...
Detrás de esos estereotipos se esconden la pereza mental, los intereses egoístas y la actitud servil hacia a las ideologías. Algunos confunden pereza de pensamiento con firmes convicciones”.
- END: ¿Cómo desmontar esos mitos y errores?
MASG: “Con más estudio, con más investigación, con más rigor en el análisis, con más honestidad, con más exigencia en la búsqueda de la verdad”.
Las pruebas Saber y Pisa
- END: Existe la creencia generalizada de que los resultados de la pruebas estandarizadas Saber, que realiza el Icfes en Colombia y las pruebas Pisa en los países de la Ocde, evalúan la calidad educativa de una institución escolar. ¿Hasta dónde eso puede ser cierto?
MASG: “Estamos obsesionados por los rankings. No es de extrañar. Porque vivimos inmersos en la cultura neoliberal que se cimenta en el individualismo, la competitividad y la obsesión por la eficacia. El objetivo es ganar a los otros. No se trata de llegar a ser lo mejor que podemos ser sino de ser mejores que los demás.
No se ponen las mediciones al servicio de la mejora de la práctica sino la práctica al servicio de la mejora de la posición en el ranking. Quedar bien situados no es el medio para hacer mejor las cosas posteriormente sino la forma de conseguir prestigio, mérito y recompensa.
Ser primero te convierte en la envidia de todos los que vienen detrás o están fuera de la competición.
La forma de ganar puestos, es saber cómo responder a las cuestiones que plantean las pruebas con cuyos resultados se elabora el ranking. Hay que estudiar bien las pruebas para tener éxito en ellas. Lo demás no importa”.
Errores en las pruebas estandarizadas
END: ¿Dónde está el error en la aplicación de estas pruebas estandarizadas para evaluar los aprendizajes de los estudiantes?
MASG: “He visto utilizar los resultados de este tipo de prueba de una forma burdamente tramposa contra la escuela pública.
Hay, a mi juicio, cinco errores graves en la aplicación de este sistema de evaluación: El primero es tratar de comparar lo incomparable. Países (y departamentos, en el caso de Colombia), con diferente historia, diferente cultura, diferentes medios no pueden ser objeto de una comparación rigurosa.
El segundo error es pensar que solo tienen importancia tres componentes del curriculum (matemáticas, lenguaje y ciencia). ¿Qué sucede con la música, el arte, el dibujo, la educación física? ¿Qué sucede con el ámbito emocional? ¿Qué decir de la solidaridad, la compasión, el respeto, la justicia, la libertad?
Porque lo que no se evalúa, se devalúa. O, mejor dicho, no existe. Lo que importa del curriculum es lo que entra en la evaluación (las cinco pruebas Saber del Icfes, en Colombia).
El tercero se refiere a que solo se tienen en cuenta los resultados, pero no el proceso. Nunca se analiza lo que se hace en esas aulas para conseguir esos resultados, ni quiénes son los evaluados ni de qué punto han arrancado.
El cuarto tiene que ver con el cultivo de la trampa como estrategia para obtener buenos resultados. Si el prestigio del profesor, si la suerte de la escuela, si el éxito del alumno están en conseguir buenos resultados, habrá que prepararse para conseguirlos. Aunque sea a costa del verdadero vínculo con el saber.
El quinto tiene que ver con la desconfianza que encierran respecto a la evaluación del docente en el aula (las cuatro pruebas internas que realiza cada docente).
Vivimos en la cultura de la cuantificación. La cuantofrenía es una enfermedad de la cultura en la que estamos inmersos. Todo se convierte en números, en porcentajes, en rankings. Como si los números fuesen identificables con la ciencia y, sobre todo, con la ética.
Las pruebas masivas no tienen incidencia sobre la actitud de los docentes. Cuando se evalúa mucho y se mejora poco, algo está fallando en el proceso”.
El papel de Institución Escolar
END: ¿Entonces cómo interpretar lo que debe hacer la institución escolar, frente a la ocurrencia de hechos como los descritos aquí?
MASG: “He pasado toda mi vida vinculado a la escuela, una buena parte como estudiante y otra como profesor. Recorrí todo el sistema hasta conseguir el grado de doctor y luego fui profesor en primaria, secundaria y Universidad. Toda la vida.
Todas las escuelas tienen características comunes y, al mismo tiempo, ninguna es exactamente igual a otra. Todas tienen unos rasgos compartidos. Veamos algunos para entender la práctica profesional de los docentes y la actividad de los escolares.
La escuela es la gran mezcladora social. En ella se encuentran blancos y negros, autóctonos y emigrantes, varones y mujeres, agnósticos y creyentes, listos y torpes, gordos y flacos, guapos y feos, ricos y pobres.... Es la casa común, es el lugar de encuentro, es la plaza mayor de la infancia y de la juventud.
La escuela corrige la desigualdad: A través de la institución escolar las personas pueden romper la condena de la pobreza y de la penuria cultural de la que parten.
La escuela enseña la igualdad entre hombres y mujeres: en la escuela mixta conviven niños y niñas, pero ese simple hecho no es suficiente para hacer eficaces los propósitos de la igualdad.
La escuela enseña a pensar: la escuela no enseña lo que hay que pensar sino a pensar. La escuela es el reino de la exigencia intelectual, del espíritu crítico.
La escuela es una institución contrahegemónica: la escuela no está en el vacío, ni en la estratosfera, ni en una campana de cristal. Está en el mundo.
La escuela es el escenario del aprendizaje: en la escuela se aprende a conocer la cultura, el arte, la lengua, la historia… Se aprende a descubrir el mundo.
La escuela es una institución inclusiva: en su afán de enseñar a convivir, recibe a personas con una infinita diversidad.
La escuela es una institución laica: en ella pueden habitar todas las concepciones religiosas.
La escuela es una institución en la que se busca la felicidad: la inteligencia es la capacidad de ser felices y de ser buenas personas. La escuela es el espacio de los afectos.
La escuela es una institución que aprende: como he explicado en mi libro “La escuela que aprende”, la institución educativa no es solo una institución que enseña; es, sobre todo, una institución que aprende”.
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