Por lo general, la prontitud está asociada a consumir estos alimentos de pie, caminando por una calle, dentro de un vehículo, en la oficina o en la casa en momentos de poca disponibilidad de tiempo.
Este tipo de comida es producto de circunstancias de comodidad, del afán, de condiciones económicas y de falta de ayudas caseras para cocinar. La comida rápida está también asociada al concepto de comida ‘chatarra’, es decir, inservible, quizás por su baja calidad nutricional y altamente contentiva de grasas, azúcares y harinas. Aunque no toda comida rápida puede considerarse insana, sí existe una evidente familiaridad entre esta y las costumbres modernas de la población de los Estados Unidos, país donde el sistema está mayormente establecido.
Sin embargo, el concepto de comida rápida no solamente es más amplio, sino que tiene raíces en la antigüedad. Viene desde Roma Antigua, en cuyos sitios públicos se ofrecía pan, por lo general plano, para consumirse humedecido con vino y acompañado de aceitunas. Para la época, en el Oriente ya se vendía el ‘falafel’ en las calles, que es una croqueta elaborada con garbanzos. En la India, por su parte, se ofrecían las ‘pakoras’ que son vegetales freídos previamente, cubiertos con harina de garbanzo. En la Edad Media, en las ciudades grandes como Londres y París, se organizaron vendedores de pasteles, empanadas, flanes y crepes con guisos.
En el siglo XVIII se conoció otro de los símbolos de la comida rápida, aunque su elaboración suele tener niveles diferentes de impacto alimentario: El sándwich, que popularizó John Montage (1718-1792). Él era el cuarto Conde de Sándwich cuando, en forma infantil y despreocupada, ordenó que le llevaran un trozo de carne entre dos pedazos de pan, sin imaginarse el impacto mundial de tan ingenua petición. A mediados del siglo XIX, aprovechando el incremento en la técnica de la pesca de barrido, Londres comenzó a ofrecer otro plato de inmensa popularidad que es el ‘fish and chips’, consistente en un plato de entrega inmediata con pescado y papas fritas. En la misma época se iniciaba en los Estados Unidos la venta masiva del hot dog o perro caliente.
A comienzos del siglo XX ya los establecimientos de comida rápida estaban en pleno funcionamiento en Alemania y en USA. En los años cuarenta del siglo pasado llegó el novedoso sistema del ‘drive through’ que consistía en la atención para comidas directamente al vehículo de los clientes. En los cincuenta se inventó el ‘Tv dinner’ que, como se puede deducir, es la comida precocida, para calentarse y consumirse frente al televisor. Después, los profesionales del diseño se encargaron de los carros para ventas de comida rápida, hornos y estufas estacionarias en las calles, así como restaurantes de marcas lo hicieron bajo el concepto enmarcado dentro de un sistema que no requiere de meseros ni menajes, que ofrece precios razonables para una satisfacción, más que nutricional, física.
No podemos dejar de considerar la preparación de la hamburguesa, a base de carne molida, como uno de los platos más reconocidos y debatidos en la gastronomía universal, por ser el emblema de la cocina “light” y símbolo de las marcas de cadena para suministro de alimentación rápida. Algo debió dinamizar comercialmente el consumo de la hamburguesa en el tiempo, pues este producto tiene ancestros de mucha importancia histórica, como son las albóndigas de los árabes y el ‘steak tartar’ de los rusos.
Muchas investigaciones coinciden en que la costumbre de los mongoles al mando del gran conquistador del norte de la China, Genghis Khan, de llevar bajo sus sillas de montar trozos de carne para ablandarla con el movimiento al cabalgar, fue lo que originó una forma de carne molida que facilitaba la alimentación de los guerreros sin bajar de su cabalgadura ni necesitar del fuego y de otros menesteres para la alimentación.
Sin embargo, también en el país del Norte, donde se han escrito muchas versiones sobre el verdadero origen de esta vianda, existe una que les asigna a los hermanos Menches del estado de Ohio, el invento de la hamburguesa, cuando asistían, a finales del siglo XIX, a una feria en Hamburg, pequeño poblado en el estado de New York. De varios estados de USA aparecen afirmaciones sobre inventores de este popular plato que también se dice fue popularizado por un personaje de las tiras cómicas de Popeye, llamado Wimpy, amante de la hamburguesa, y que dio el nombre a la primera cadena de restaurantes de este producto.
Pizza de jamón ibérico y berenjena
(Receta tomada de gastronomía&cia.com).
Ingredientes para 4 pizzas: 450 gramos de harina, 10 gramos de levadura fresca de panadero, 220 gramos de agua con gas, 10 gramos de sal, 25 gramos de aceite de oliva, 1 c/c de azúcar. Relleno (para 1 pizza): 3-4 cebollas ocañeras, 2 rodajas de berenjenas. 3-4 lonchas de jamón ibérico, 2 rodajas finas de queso de cabra, queso emmental, mozzarella, aceite de oliva virgen extra, orégano.
Elaboración: Para hacer la masa de pizza conviene anticiparse unas cuatro horas. Este reposo hará que la masa resulte mucho más sabrosa y con mejor textura. Disuelva la levadura en el agua templada y, si utiliza procesador, ponga 1 minuto. A continuación, añada el aceite, mezcle bien e incorpore la harina, el azúcar y la sal, vuelva a mezclar y amase a velocidad hasta que la masa se despegue de las paredes; puede ser que necesite más agua o más harina; dependerá de la harina utilizada. Haga una bola con la masa de pizza y déjela reposar a temperatura ambiente y cubierta con un paño limpio y seco en una superficie enharinada o en un cuenco que sea bien amplio para que tenga espacio para crecer.
A la hora de hacer las pizzas, divida la masa en porciones y extiéndalas sobre la mesa de trabajo (cada una de forma independiente) ligeramente enharinada con ayuda de un rodillo de cocina. Si en un primer momento la masa se resiste a estirarse, déjela reposar cinco o diez minutos para que se destense; después será más fácil.
Prepare los ingredientes que cubrirán la pizza: pele la cebollita ocañera y córtela en finas rodajas; ralle el queso emmental y la mozzarella; trocee el queso de cabra y el jamón ibérico (cada loncha en dos o tres trozos para que sea más fácil de comer) y, finalmente, corte en dados las rodajas de berenjena. Pinte la base de pizza con aceite de oliva virgen extra y cúbrala con la chalota.
A continuación, ponga el jamón, los dados de berenjena, el queso de cabra y termine con los quesos rallados, cubriendo bien el jamón para que el calor no le llegue tan directamente. Introduzca la pizza en el horno precalentado a 220ºC con calor arriba y abajo e inmediatamente baje la temperatura a 200ºC y hornéela. Cuando esté dorada la superficie y la masa crujiente, pasados aproximadamente 20 minutos, retírela del horno y espolvoreé la Pizza de jamón y berenjena con el orégano.
toronjilcanela@yahoo.com
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