La posibilidad de que se establezca un impuesto a las bebidas azucaradas en el país, afectaría el bolsillo de los ciudadanos de menos ingresos, quebraría a los tenderos e impactaría la industria.
Así lo señaló Santiago López Jaramillo, director Ejecutivo de la Cámara de la Industria de Bebidas de la Andi, en entrevista con EL NUEVO DÍA.
El ejecutivo tolimense se refirió a esa posibilidad que es analizada por la Comisión de Expertos de la reforma tributaria que se prevé, sea presentada ante el Congreso en el segundo semestre del año.
EL NUEVO DÍA: En concreto, ¿qué es lo que plantearía el Gobierno nacional con respecto a las bebidas azucaradas?
SANTIAGO LÓPEZ JARAMILLO: En la próxima legislatura tendremos la discusión de una nueva reforma tributaria y el Gobierno está revisando diferentes propuestas para aumentar su recaudo y generar mayor competitividad.
Es en esta coyuntura que el Ministro de Salud ha solicitado que se analice la conveniencia o no de un impuesto extra a las bebidas que provienen de la industria.
Sin embargo, a la fecha no se tiene propuesta alguna ya que ni la Ocde, entendida como el club de los países con buenas políticas lo recomienda, ni la comisión de Expertos Tributarias creada por el Gobierno para proponer ajustes a nuestro sistema fiscal lo recomendó.
END: Frente a la posibilidad de que se determine un impuesto para las bebidas azucaradas, ¿existe preocupación en el gremio?
SLJ: Preocupación muy grande ya que el país y su situación económica no están para realizar experimentos regulatorios que tendrán afectaciones no solo en la industria.
END: ¿Quiénes serían los mayores afectados aparte de la industria?
SLJ: Las finanzas de las personas humildes como lo son los consumidores de jugos, gaseosas, tés, bebidas de malta, quienes tendrán que destinar más de sus recursos para comprar sus bebidas.
Y en las más de 600 mil familias de tenderos que existen en el país, quienes derivan el 37 por ciento de sus ingresos netos de la venta de estos productos o en las personas que encuentran en las bebidas provenientes de la industria la única fuente posible de potabilidad, como sucede en muchos municipios y zonas rurales del Departamento por citar solo algunos.
En la Andi la preocupación es muy grande ya que esta propuesta, sumado a lo anterior, afecta al sector que está sacando la cara por la industria nacional en un año coyuntural, difícil.
No en vano bebidas se destaca como el segundo sector más relevante en la recuperación de la industria nacional y como un gran generador de empleo de calidad en todos los departamentos, con crecimientos como el registrado en febrero el cual ascendió al 8.1 por ciento, mientras que la industria manufacturera creció 1.6 por ciento.
END: ¿Existen ejemplos de aplicación de este impuesto en el mundo?
SLJ: La experiencia mundial al respecto es clara, los afectados son los consumidores, quienes tendrán que pagar más por sus productos.
En México por ejemplo, donde se estableció un impuesto extra a las bebidas y a los alimentos provenientes de la industria se incrementaron los precios en las bebidas de consumo diario en un 15 por ciento y, para colmo, el 62 por ciento de lo que recaudó el Gobierno lo pagaron los más humildes conforme lo evidencian las mismas cifras oficiales.
A ellos se suman los tenderos y la fuerza laboral de la industria, en México gracias al experimento cerraron 30 mil tiendas y se perdieron 10 mil 800 empleos de la industria.
Resultados similares se registraron en Dinamarca donde establecieron el impuesto extra a las bebidas con azúcar, a los dulces e incluso a los alimentos con grasas como chorizos, mantequillas, tocineta etcétera, y en cuestión de 15 meses lo abolieron ya que casi quiebran a las tiendas.
END: ¿Es cierto que podría traer beneficios para la salud de las personas?
SLJ: El sobrepeso es un problema con múltiples causas y es errado señalar a un nutriente como al azúcar o a las bebidas como responsables del sobrepeso, de allí que estas políticas no solo no tienen resultados positivos en salud, sino que por el contrario envían un mensaje contraproducente a quienes luchamos por obtener un peso adecuado.
Es paradójico que se busque la solución al sobrepeso con medidas que en los pocos países donde se han intentado han fracasado, en vez de abordar condiciones preocupantes de nuestra realidad como el hecho de ser, según la OMS, el segundo país más sedentario del mundo, dato el cual debería generar un profundo cambio en las políticas públicas de fomento de actividad física del país, pero que en la coyuntura fiscal pasa de agache.
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