Según la iniciativa, esta modificación se aplicaría de forma progresiva: para las elecciones legislativas y presidenciales de 2022 podrían votar quienes tengan 17 años, y desde los comicios de 2026 ya estarían habilitados los jóvenes de 16.
Esto, según el proyecto de acto legislativo, se da “con el fin de promover nuevos actores políticos e incentivar el interés de las y los jóvenes en la política, lo cual genera mayores niveles de legitimidad, confianza y fortaleza del sistema democrático”.
¿Le conviene a la democracia?
El docente de la Universidad Externado, Carlos Andrés Arias, no considera “procedente” esta iniciativa, dado que “la construcción de identidades políticas a tan temprana edad no es la más apropiada para ese tipo de decisiones. Los niveles de influencia en la pubertad son muy altos y pueden llevar a que la manipulación política sea aún mayor que la existente”.
Para el analista, si bien es cierto que el número de votantes crecería porque “el despertar a la vida social en ese rango de edad es cada vez mayor”, esto arrastraría consecuencias negativas.
Otra cosa piensa Mauricio Jaramillo, experto en política de la Universidad del Rosario, quien sostiene que una persona de 16 años es suficientemente racional y no tiene gran diferencia a alguien con 18.
“Eso es un referente normativo, pero no refleja el estado de madurez de las personas. Es una medida sana que va a obligar al involucramiento de los jóvenes. Hoy en día ellos están mucho más politizados que hace 30 o 20 años, hoy tenemos jóvenes mucho más conscientes de la necesidad de participar”, dice el analista y agrega que la medida favorecería la democracia.
Por su parte, la psicóloga de la Universidad de los Andes, Annie Acevedo, cree que sería un desacierto tal modificación, dado que a esa edad no se tiene el criterio necesario para tomar decisiones tan trascendentales.
“A los 16 todavía está en desarrollo el lóbulo prefrontal del cerebro, que es el director de orquesta, el que nos da la serenidad para mirar una cosa de un lado y de otro, lo que nos da la posibilidad de tomar mejores decisiones, y este termina su desarrollo entre los 18 y los 21, o sea que a los 16 estarían demasiado jóvenes”, explica.
Acevedo señala que un joven a esta edad no mide sus conductas, es impulsivo, se arrepiente fácilmente de las decisiones tomadas: “No estamos respetando la madurez y el desarrollo cerebral, estamos buscando que el niño tome decisiones de adultos”.
Incluso, para la especialista, la mayoría de edad debería ser a los 21 años, cuando se ha alcanzado una madurez a nivel neuropsicológico.
De igual forma, el psicólogo Luis Eduardo Peña considera que aunque es una asunto muy subjetivo, sería un gran error aprobar esta iniciativa en el Congreso de la República, puesto que “una persona a los 16 años no está suficiente madura, a esa edad no sabe qué es lo que quiere y, por lo tanto, va a ser objeto de mucha manipulación en las redes sociales”.
Desde una perspectiva sociológica, Carlos Charry, profesor en la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario, anota que no se podría establecer inequívocamente una relación entre edad y madurez intelectual: “Una persona de 16 años que ha tenido una buena formación, que en su colegio recibió cursos de historia de Colombia, de política internacional, de Constitución y democracia, podría tener esa madurez. Eso lo podemos comparar con el polo opuesto, una persona de 90 o 100 años, que posiblemente no tiene conciencia de su voto”.
El docente considera que la edad no es el obstáculo, sino la falencia de formación en cultura política, cuestión que puede hacer tomar malas decisiones a jóvenes y a adultos.
“Una persona desinformada puede ser objeto de cualquier forma de clientelismo, independientemente de la edad; si es un chico bien informado, no vería el problema de la edad, el problema es el nivel de desinformación que tanto jóvenes como adultos tienen en este país sobre qué se vota”, explica.
De hecho, la propuesta ya aprobada en la Comisión Primera del Senado, especifica que “el Estado promoverá desde la educación básica secundaria una cátedra sobre la participación democrática, la representación y la importancia de ejercer el derecho al voto”.
En el mundo
Varios países permiten que menores de 18 años tengan la posibilidad de sufragar. En Latinoamérica ya se hace en: Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Argentina, Brasil y Cuba.
Del otro lado del globo terráqueo, lo admiten Austria, Chipre e Indonesia.En Irán está permitido votar desde los 15 años y en Eslovenia los jóvenes lo pueden hacer a partir de los 16, si desarrollan algún trabajo remunerado.
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