La Asociación Bancaria y de Entidades Financieras de Colombia, Asobancaria, ha venido teniendo una postura reiterada sobre el crédito para el sector agropecuario, que en su concepto está enmarcado, incluso, en serias fallas de diseño institucional, lo que conlleva a que las inversiones forzosas no sean rentables.
Además, estima que se deben canalizar en mayor porcentaje los créditos para medianos y grandes productores, con el fin de expandir la colocación crediticia.
Igualmente, Asobancaria reitera “la imperiosa necesidad que existe de eliminar los topes a la tasa de interés para los créditos al sector, robustecer el Fondo Agropecuario de Garantías, FAG, y establecer un apropiado mercado de seguros, como estrategias iniciales que permitan corregir el sistema actual en procura del desarrollo del sector”.
Consultados sobre esta postura, dirigentes gremiales del sector agropecuario estimaron que si ese postulado se mira desde el punto de vista de un banquero, la fórmula es perfecta, pues su especialidad y fin es ganar más dinero, pero en nada contribuye al desarrollo del sector agropecuario del país.
Ganar más y más
De acuerdo con Hernán Hernández Peñaloza, representante y miembro de la junta de la Sociedad de Agricultores de Colombia, con ojos de econometrista, lo que Asobancaria pretende es ganar más dinero; pero si se tiene una visión de función social de la propiedad, iría en contravía de la sociedad entera, pues el cometido del sector agropecuario es suministrar alimentos a la población, materias primas a la industria y permitir el equilibrio de la balanza de pagos, promoviendo exportaciones.
Frente a las llamadas inversiones forzosas, en su concepto, no son tales, pues esa transferencia no la hacen a un fondo perdido, sino de manera temporal al Fondo para el Financiamiento del Sector Agropecuario, Finagro.
Otorgar créditos económicos para el agro, según Hernández Peñaloza, es de las pocas reciprocidades que recibe la sociedad a cambio de la entrega de un monopolio, pues la banca la debe tener el Estado.
“Los créditos para el agro son mínimos, creo que no superan el 4%, comparados con la totalidad de la cartera. En ese pequeño porcentaje se cuenta a los azucareros, que son grandes, y todos los demás están en el grupo de los pequeños y medianos, como palma, cacao, café y ganaderías, entre otros”, agregó.
Frente a la libertad de tasas, el directivo de la SAC afirmó que su efecto sería el incremento de las mismas.
“Si con las tasas que tenemos no podemos competir con el mercado abierto internacional, que será si las llegan a subir tan solo un punto”, estimó.
Hernández Peñaloza dijo que cuando Asobancaria habla de fortalecer el Fondo Agropecuario de Garantías, FAG, lo que pretende es que se perfeccione el mejor negocio del mundo.
“El FAG, con recursos de buena parte del Estado, es un seguro que cubre las deudas del agricultor que no se pueden pagar. Ellos aseguran su dinero sin riesgo alguno, y que el FAG persiga a los deudores”, agregó.
Según el directivo, la banca prefiere prestarle al comercio, que es mucho más rentable, ágil y el retorno es casi inmediato; en cambio, con el sector agropecuario aducen que hay mucho riesgo.
Menos colocación
Según Jorge Alberto Quintero Serrano, miembro de la junta nacional de Fenavi, las posturas de Asobancaria frente al crédito para el agro tienen una sola dirección: “ladrar de para adentro”.
“Uno es partidario de que existan líneas especiales para medianos y pequeños, pero los proyectos viables son los de gran envergadura y demandan altas inversiones con tasas bajas y a largo plazo. Ese tipo de crédito no lo hacen”, agregó.
Quintero Serrano dijo que si se liberan las tasas, se matarían las gallinas de los huevos de oro, pues habría menos colocación crediticia en el sector.
“Como está la situación económica, manejo de volúmenes con márgenes pequeños de rentabilidad, como están, por ejemplo, los de la industria avícola del 2%, no se aguanta un mínimo apretón en ninguno de los eslabones de producción”, agregó.
El directivo de Fenavi aseguró que el sector está jugando al límite.
“Todo nos toca hacerlo a nosotros, hasta las vías para llegar a las fincas. Los proyectos avícolas requieren de inversiones que superan los $50 mil millones; de ahí que se requieran créditos blandos, a bajas tasas y largo plazo con líneas especiales”, agregó.
Quintero Serrano estimó que tal y como están las cosas en el sector avícola, no se está compitiendo internamente, y muestra de ello es que el Gobierno ya hizo el primer intento de quitar aranceles, lo cual conlleva a enfrentar a las grandes potencias avícolas que tienen condiciones favorables y superiores.
“Lo único que tiene claro el sector es que las cifras de desempleo van aumentar, porque si el Gobierno sigue apretando, nos tocará hacer lo de Ecopetrol: revisar, ajustar y reducir el personal, porque no hay otra alternativa”, sentenció.
Colocación
De acuerdo con el presidente del Fondo para el Financiamiento del Sector Agropecuario, Finagro, Luis Enrique Dussán López, la meta que se tiene trazada al finalizar el 2016 es colocar $8 billones en créditos para el sector agropecuario.
El directivo dijo que se pondrá énfasis en que mayores créditos lleguen al pequeño productor.
Para lograrlo, según Dussán López, se simplificarán los procesos y se rediseñarán los diferentes aspectos del crédito.
“Tenemos identificado que el eslabón de la producción es donde la cadena es más débil”, agregó.
El directivo manifestó que ese propósito se logrará a través del Banco Agrario de Colombia, Banagrario, entidad crediticia estatal que realiza el 97% de las operaciones de crédito agropecuario, donde los productores pequeños son la prioridad.
Frente al plan Colombia Siembra, el directivo de Finagro dijo que allí se concentrará el mayor número y cantidad de créditos, por ser un programa estatal y articulado.
Intermediación costosa
Para Henry Vanegas Angarita, presidente de la Federación Nacional de Cerealistas y Leguminosas, Fenalce, prestar dinero debe tener también un compromiso social, porque es un privilegio que debe redundar en el beneficio de todos.
Según el directivo, el Gobierno debe obligar a la banca a que coloque un porcentaje mayor en el sector agro, como lo hace Bolivia, donde el 25% o 30% de la cartera está situada en la generación de ingreso y producción de comida.
“La banca colombiana tiene un margen de intermediación muy alto, y ese costo es mayor frente a otros países con los cuales competimos. Mientras que EE.UU. ha estado en el 0% o 0,5%, acá la intermediación quiere ganarse 6 o 7 puntos o más, y muestra de ello es el balance de los bancos, cuando muestran ganancias de $5 billones y $6 billones anuales”, agregó.
Según Vanegas Angarita, se debe propender por que exista una cartera sustitutiva que compre la cartera agrícola como se adquiere la de consumo, tal y como acontece con las tarjetas de crédito, y tratar de que haya competencia a la baja.
“En Colombia es mejor gerente el que logra colocar el crédito más caro y no el que le dé más garantías al cliente. En otras palabras, hay un canibalismo sin límite”, sustuvo.
Frente a las inversiones forzosas, dijo que son necesarias, pues han permitido que el agro tenga una línea de financiación como Finagro.
Frente al límite de las tasas, advirtió que lo que se quiere es que el “balance anual se estalle”.
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