El Nevado del Tolima, más antiguo que cualquier persona, era llamado Dulima por los indígenas pijao en honor a su legendaria cacica y sacerdotisa, nacida cerca al volcán Machín y protectora medicinal de la cosmogonía originaria. Ya entonces entendían su importancia y lo consideraban sagrado. 

El Nevado del Tolima, además de ser uno de los símbolos del departamento, es también un referente medioambiental de todo el país. Ubicado sobre la Cordillera Central, es compartido por los municipios de Anzoátegui e Ibagué. En sus estribaciones nacen importantes afluentes, como el río Totare, Toche o el Combeima, principal fuente hídrica de la capital del Tolima. Todos ellos van a dar al río Magdalena, uniendo así dos puntos fundamentales para la vida. 

Su cima, especialmente codiciada por deportistas, tiene una refinada forma de cono, la cual, cuando hay días despejados, alcanza a verse incluso desde Bogotá. Varios estudiosos cuentan que Francisco José de Caldas, precursor de la Ciencia en Colombia, se asomaba desde su observatorio y quedaba fascinado durante horas con esa imagen esplendorosa de los Andes Colombianos. Incluso, en 1806 tomó uno de sus teodolitos y se aventuró a realizar la primera medición del Nevado, no tan alejada de las estimaciones actuales.

Su cumbre se eleva sutilmente sobre la altillanura volcánica que la rodea, resaltando la pureza de su blancura y formando un espléndido paisaje natural. 

Una cumbre codiciada y difícil

El Nevado del Tolima se caracteriza por ser un volcán activo. Su cumbre está a 5.276 metros sobre el nivel del mar y es la meta más codiciada por los escaladores expertos por lo escarpado y fragoso de su recorrido, pero también por sus deslumbrantes paisajes: montañas, lagunas, termales, ríos, frailejones y una amplia variedad de fauna única de la región.

Una de las rutas de acceso más famosas al Nevado del Tolima inicia en Ibagué y va hasta Juntas. De ahí y hasta arriba hay decenas de posibles paradas. Los vecinos de las zonas aledañas ofrecen servicios básicos como alimentación (especialmente comida campesina) o alojamiento.

La experiencia de subir al nevado está reservada para personas con una gran fuerza de voluntad. Pueden llegar a haber días de más de 10 horas de actividades, recorriendo unos 15 kilómetros de caminos escarpados e irregulares hasta llegar a los 5.221 metros sobre el nivel del mar de la cumbre.

Una opción de visita

Para visitar alguno de los nevados y tener una experiencia maravillosa es necesario acompañarse de expertos. Son miles las empresas de turismo que se dedican a brindar ese apoyo a los viajeros.

Logística Espeletia Adventure’s es una empresa creada en el 2019 en Bogotá, cuando el ibaguereño Santiago Aparicio se graduó con una tesis que sería su semilla. Al inicio ‘Espeletia’ se enfocaba solamente en unos empaques biodegradables para el uso especial de montañistas con el fin de mitigar la contaminación del ecosistema paramuno con residuos orgánicos e inorgánicos.

Sin embargo, con el transcurso del tiempo se volvió una agencia operadora de ecoturismo de aventura especializada en recorridos de media y alta montaña. Actualmente ofrecen 7 tours profesionales: Nevado del Tolima, Nevado Santa Isabel, Paramillo del Quindío, Travesía Laguna del Otún, Cumanday Ancestral - Termales La Cabaña, Expedición ecuatoriana (7 días ascendiendo las montañas más altas del Ecuador).

“Invitamos a toda la ciudadanía ibaguereña a conocer el gran Parque Nacional Natural de Los Nevados a través del ecoturismo sostenible alcanzando las cumbres nevadas, dejándose sorprender por estos lugares llenos de magia”, afirmó su fundador Santiago Aparicio.

Un largo recorrido

El itinerario entre los visitantes que no son expertos es de tres días subiendo y un día más bajando. Luego de la zona conocida como Estambul, a 2.700 metros sobre el nivel del mar, el camino comienza a ser mucho más empinado. Un poco después se encuentra con el primer bosque alto Andino. El frío aumenta y la neblina aparece por primera vez. Sobre los 3.500 metros sobre el nivel del mar, luego de varias horas de caminata, se llega a Nieves. 

El primer día, dependiendo del ritmo de caminata, termina en la icónica Escuela de El Salto. La persona más famosa de esta región es doña Flor Bonilla, quien, además de encargarse de la escuela desde hace más de 15 años, recibe también a los viajeros. Allí se acampa y recuperan fuerzas para iniciar el segundo día, uno de los más duros: seis horas de caminata, hasta más o menos 4.200 metros sobre el nivel del mar.

En este tramo se presentan los famosos frailejones, una planta, con más de 2,5 millones de años de antigüedad, capaz de transformar la niebla y la humedad del aire en agua que va a parar a ríos y quebradas. Crecen entre 1 y 2 centímetros por año. Algunos llegan a medir más de seis metros de alto. Tan importantes son que, desde el 2012, están presentes en las monedas de 100 pesos colombianos. “¡Hola! Mi nombre es Frailejón Ernesto Pérez. Te quiero saludar”. Todo el país, en los últimos años, escuchó esa pegajosa canción y entendió su importancia.

En Arenales, sobre los 4.480 metros sobre el nivel del mar, se ve por primera vez la nieve. Ahí termina el segundo día.

En el tercer día se ‘hace cumbre’, como lo llaman los escaladores. Si hay suerte, el día de ‘coronación’ el cielo estará despejado y se podrá ver en todo su esplendor la belleza natural que preserva el Parque Nacional Natural Los Nevados: el Nevado de Santa Isabel, el Nevado del Ruiz y el Nevado del Huila se divisan desde ese solo punto. El descenso inicia ese mismo día.

Otras rutas para llegar al Nevado inician por Salento, en el Quindío, o por Palomar, en Anzoátegui.

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