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¿Por qué decidió pintar la Primera Línea y cuál ha sido la experiencia con esa publicación?
Lo que está pasando desde el 2019 lo tengo en mi cabeza. Y desde ese momento comencé a coleccionar imágenes y videos porque lo que entendí es que ahí estaban pasando muchas más cosas de las que aparentemente podíamos simplemente leer en los diarios.
En Chile y Colombia se demoraron en llamarlo estallido social, les ha costado pensar que es algo que va más allá de una huelga normal, y queriendo trabajar el tema, había que buscar lo diferente (...) y para mí fue la capacidad de resistir, cómo la gente se fue organizando para quedarse en la calle y hacerse oír. Y cómo empezaron a surgir algunas personas con el deseo de proteger de alguna manera la marcha de la acción violenta de la policía. Me pareció muy evidente que esto era lo nuevo en los hechos y lo otro que es más difícil de pintar, que es la resistencia, la duración; que se da día tras día, tras día. Lo hice para una exposición, como un abrebocas del tema.
¿Qué diferencias y qué similitudes ve entre el proceso chileno, que ha entrado en otra fase, el colombiano, y al que entró Cuba?
Similitudes hay muchas. Primero, un descontento natural, que no es artificial, y que en buena medida es producto del gobierno y sus múltiples gobernantes que hemos tenido.
En Cuba vamos a ver si se presenta esa diferencia, ese oponerse a las fuerzas del establecimiento, para proteger de alguna manera el derecho a la protesta, ese derecho a seguir en la calle contra toda orden; en Chile y Colombia, ha sido lo que más los caracteriza. (...) En las diferencias es donde se pone la cosa interesante, en Chile, rápidamente hubo un consenso del por qué se está protestando. En Colombia nadie está de acuerdo con que esté completamente quebrado el contrato social, por un lado; y por otro, no se pueden poner de acuerdo porque si no se escuchan, ¿cómo se ponen de acuerdo?
En Colombia es un tema que se mantiene entre las aguas mansas y que se enciende con cualquier cosa. (...) La diferencia es esa, qué va a pasar después porque cuál va a ser el consenso.
En una conversación pasada, hacía referencia a que sin arte no hay revolución, y que los movimientos sociales que no producen arte, un movimiento cultural, no tiene trascendencia. ¿Cómo ve el caso colombiano?
Es un análisis importante que tiene que ver con la sociología. Los movimientos sociales son socioculturales (...) en el tema colombiano, me puse a hacer el ejercicio de las muchas canciones que me compartían, tengo más de 40 canciones que se han compuesto este año y de todos los géneros; graffitis, por montones. Algunos muy obvios con un letrero y cuestionados (...) pero no solo son esos, hay retratos de quienes hemos perdido, se vuelven íconos. Hay una constante detrás (...) y no dudo que, como en otras épocas también esté la literatura.
Seguramente lo que está pasando hoy en día lo vamos a leer en dos, cuatro, cinco y diez años en las grandes novelas colombianas. Pero la música sí nos está mostrando que eso está así, y que hay mucha gente componiendo.
Y no solo componen sino que los matan. El arte está en medio del conflicto. Yo me enteré que el cuadro era viral porque me estaban insultando.
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