La producción de coca en Colombia estaría al alza

COLPRENSA - EL NUEVO DÍA
En lo corrido de este año han sido incautadas 59 toneladas de coca, con un aumento del 46 por ciento frente al mismo periodo del año anterior.

El debate sobre la forma correcta de librar la lucha contra la cocaína reapareció sorpresivamente, por cuenta de la petición del ministro de Salud, Alejandro Gaviria, de suspender las fumigaciones con glifosato al cultivo ilícito, ya que un estudio hecho en Inglaterra afirma que ese químico puede causar cáncer.

“La decisión se da luego de conocer un estudio de un panel de expertos de la Agencia Internacional para la Reinvestigación en Cáncer (Iarc, por su nombre en inglés) donde hace una clasificación de cinco plaguicidas, entre ellos el glifosato.

Allí lo clasifican en el grupo 2A, lo que significa que hay suficiente evidencia de que produce cáncer”, explicó Gaviria Uribe.

El debate se tornó en polémica, porque casi de inmediato su compañero de gabinete, en la silla de Defensa, Juan Carlos Pinzón, aseguró que la solicitud no debe acatarse, ya que la aspersión con este químico ha sido efectiva y porque está demostrado que en las zonas en las que se suspende el uso, los cultivos de coca aumentan.

Será una discusión larga, ya que en lo corrido de este año han sido incautadas 59 toneladas de coca, con un aumento del 46 por ciento frente al mismo periodo del año pasado, muestra de que así como los controles e incautaciones aumentan, también lo hace la producción de la sustancia.

“Estas herramientas (como la fumigación aérea) reducen el narcotráfico, el crimen y la inseguridad, por eso no se puede perder de buenas a primeras. Además, la erradicación manual ha tenido más riegos para la vida humana que cualquier otra herramienta, la hemos hecho con mucha valentía, pero nos hemos encontrado en los campos de coca minas y explosivos que han asesinado a personas y han dejado a colombianos discapacitados por siempre”, insistió el Ministro de Defensa.

Hace menos de una década Colombia producía el 66 por ciento del total en el mundo, teniendo cultivadas cerca de 122 mil 500 hectáreas con el arbusto.

“La guerra frontal que se libra contra esos cultivos y comercios ilícitos, llevó a que, aunque el país siga entre los mayores productores, el puesto de principal lo arrebatara Perú, país que ahora siembra cerca de 70 mil hectáreas con coca. En el territorio nacional esas áreas bajaron a un total de poco más de 50 mil.

La producción hoy en Colombia

Según el más reciente informe revelado por el Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (Simci), en el país son sembrados alrededor de 50 mil 760 hectáreas de coca por año, en las cuales se producen cerca de 208 mil 200 toneladas/metro de hojas, con las que se lleva a cabo el proceso de fabricación de la pasta.

Las zonas del país más afectadas por ello están en Putumayo, Caquetá, Meta y Nariño; el resto del litoral Pacífico; la región del Catatumbo (en la frontera con Venezuela); la Amazonía; la Orinoquía y la Sierra Nevada de Santa Marta.

De todas estas zonas, es la del Pacífico colombiano la más afectada por la siembra, ya que hasta el 31 de diciembre de 2013 había cultivadas 16 mil 818 hectáreas, siendo Tumaco (Nariño) su mayor productor, que alberga cinco mil 593 hectáreas, lo que representa el 8.78 por ciento del total nacional.

Por esto, el mencionado departamento del suroccidente es hoy el más azotado por acciones de grupos guerrilleros y de otros colectivos ilegales, todos interesados en coger parte del producido del negocio.

De Nariño sale el 27 por ciento de toda la coca que se produce con otras grandes extensiones sembradas en Barbacoa, Roberto Payán y Magüí Payán.

En la región Meta - Guaviare el área cultivada es de siete mil 702 hectáreas, mientras que en la Orinoquía son mil 278 las hectáreas con este tipo de cultivos. En Putumayo la situación es aún más crítica, debido a que se tiene conocimiento de 13 mil 783 hectáreas sembradas.

¿Aumento o reducción de cultivos?

Aunque en ese reciente informe del Simci se muestra una importante reducción en los cultivos ilícitos en algunas zonas del país, el mismo Ministerio de Defensa ha denunciado que para 2015 este tipo de plantaciones ha aumentado, sobre todo en zonas como el Catatumbo (Norte de Santander), donde luego de haber sido suspendidas las fumigaciones, los cultivos se elevaron en un 100 por ciento.

Según se añade en el informe, para 2012 en la Amazonía se conocía de la existencia de 759 hectáreas cultivadas, cifra que un año después se redujo a 617.

Lo mismo sucedió con Meta - Guaviare, zona donde disminuyó de 25 mil 963 hectáreas en 2005 a nueve mil 360 en 2012 y, posteriormente, a siete mil 702 hectáreas en 2013.

De igual forma ocurrió en el Pacífico, donde de 20 mil 661 hectáreas cultivadas con coca en 2012, quedaron 16 mil 818 al año siguiente.

Sin embargo, regiones como la del Catatumbo no han tenido el mismo comportamiento. De tres mil 959 hectáreas sembradas en 2012, aumentaron a cinco mil 604 en 2013 y la cifra parece crecer, ya que desde cuando fueron suspendidas la erradicación manual y la aspersión, los mismos habitantes hablan de una “bonanza cocalera”.

Eso es de lo que habla el ministro Juan Caelos Pinzón, cuando dice que sí hay aumento en la producción, pese a los programas de sustitución de cultivos.

“Hay un incremento de cerca del 100 por ciento de cultivos ilícitos, quiero poner el dedo en la llaga, resulta que nos están haciendo trampa, están haciendo los programas de sustitución, pero resulta que pasan los cultivos de coca a otras zonas de los mismos municipios”.

Así que para el jefe de la cartera de Defensa las aspersiones no deben frenarse, ante el riesgo que se “inunde” de nuevo el país con estos cultivos ilícitos.

Pinzón dijo que no dejaría de hacer las aspersiones, a menos que el presidente de la República, Juan Manuel Santos, lo solicitara.

“El Presidente se compromete a que va a atender las recomendaciones de la OMS, del Ministerio de la Salud y de la Corte Constitucional, y a que va a dar la orden prontamente de la suspensión de esas fumigaciones, pero con la garantía de que se reemplacen con un mecanismo eficaz para seguir combatiendo la siembra de los cultivos de coca y todos los cultivos ilegales en Colombia”, señaló el presidente del partido Conservador, David Barguil.

El debate por el glifosato 

Más allá del debate sobre los cultivos de coca, las opiniones respecto al uso de glifosato están divididas. Un grupo defiende la necesidad de utilizarlo y otro apoya rotundamente su abolición, en vista de las aparentes consecuencias negativas para la fauna, la flora y la salud humana. 

Entre los que ruegan por su erradicación están los campesinos vecinos de los cultivos ilícitos de Nariño, quienes han resultado igualmente afectados por las fumigaciones.

Según el representante de las comunidades negras de Tumaco, Jairo Quiñones, el glifosato ha traído más desdichas que beneficios, pues su uso ha motivado el éxodo de cientos de familias campesinas, afectadas por el daño de sus cosechas de plátano, cacao y arroz y por la violencia que genera el dinero fácil.

“A la gente del Pacífico, haya estado o no cultivando coca, pero sobre todo a los que no hemos cultivado, nos ha afectado en nuestra comida, en nuestro pancoger, nos ha puesto a morir de hambre y nos ha desplazado. La gente cuando le fumigan sus parcelas sale corriendo a donde está la comida, ese es uno de los efectos grandes, el desplazamiento”.

En esto concuerda el académico Daniel Mejía Londoño, quien fue presidente de la Comisión Asesora para la política contra las Drogas y hoy es director del Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas de la Universidad de los Andes.

Explica que en sus investigaciones se evidencia que las campañas de aspersión aérea con glifosato “tienen impacto muy pequeño”, en el propósito de reducir los cultivos ilícitos en el país, al punto que en cada hectárea asperjada la reducción del cultivo de coca es de 12 a 15 por ciento, lo que hace necesario fumigar más de nueve veces la misma hectárea para lograr una efectiva reducción. La repetición significa mayor impacto negativo para la salud.

También dice que la aspersión aérea, además de tener costos muy elevados en materia económica, genera enfermedades dermatológicas y aumenta la posibilidad de aborto. Así, concluye que esta metodología no genera los afectos y resultados esperados en la política contra las drogas.

En contrario, y dando apoyo al Ministro de Defensa, el director de la Policía nacional, general Rodolfo Palomino, defiende el uso de glifosato en la lucha contra el narcotráfico y pide no abolir, sino regular su utilización.

También el secretario de Estado Adjunto de Estados Unidos, Antony Blinken, quien denomina al herbicida como seguro y efectivo y recuerda que se ha utiliza en todo el mundo, incluyendo todos los estados de su país.

“Dudo de que el Gobierno colombiano lo utilizaría si no estuviera convencido de que se trata de un agente seguro y efectivo. Nosotros también hemos visto grandes logros en detener el crecimiento de las drogas ilícitas aquí en Colombia y es sumamente importante, especialmente en la medida que avanza el proceso de paz”, indica.

Estudios elaborados por la Universidad Nacional sobre este químico, lo ubican en un grado de toxicidad IV, dato con el que el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) lo calificó en el grupo de los ‘no tóxicos’. Así mismo, ratificaron las conclusiones de un Informe efectuado por la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (Cicad) y la OEA en 2005, según las cuales, son mínimos los riesgos para la salud humana al usarlo en la erradicación de coca.

Este estudio señaló también que la fauna y la flora se ven mucho menos afectadas por el uso de glifosato que por la siembra de cultivos ilícitos, “comparando los riesgos asociados con la deforestación, el uso sin control ni vigilancia de otros plaguicidas para proteger la coca y la amapola, y las exposiciones a sustancias utilizadas en el procesamiento de la materia prima para cocaína y heroína”.

Las opiniones y los estudios deberán ser tomados en cuenta por el alto Gobierno, destinados a ratificar la decisión de abolir el uso del herbicida, sobre todo para cumplir la petición del Presidente de encontrar un reemplazo del mismo nivel.

Credito
COLPRENSA

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