“Todo esto tiene que ver con hacer más segura nuestra sociedad, las libertades que hemos heredado. Podemos tener sociedades abiertas y liberales”, afirmó Snowden, recibido con una gran ovación en el Parlamento sueco, donde se celebraba la ceremonia de entrega.
Cambios lentos
Snowden admitió que es “improbable” que los cambios que defiende se produzcan pronto, aunque mostró su compromiso con esa lucha y no se arrepintió de destapar la trama masiva de espionaje de comunicaciones telefónicas y de internet a cargo de Estados Unidos.
“Todo lo que hemos sacrificado ha merecido la pena, lo haría otra vez”, afirmó.
El exanalista estadounidense fue distinguido por revelar la vigilancia estatal que “viola procesos democráticos básicos y derechos constitucionales”, según el fallo difundido hace dos meses por la fundación Right Livelihood Award, con sede en Estocolmo.
Otros ganadores
El jurado otorgó a Snowden un galardón honorífico, sin dotación económica, igual que a Alan Rusbridger, director del diario británico “The Guardian”, que reveló documentos filtrados por aquél.
La Comisión Asiática de Derechos Humanos y su director, Basil Fernando; el estadounidense Bill McKibben, comprometido en la lucha contra el calentamiento global, y la abogada paquistaní Asma Jahangir también fueron reconocidos con este galardón, que premia la labor social de personas e instituciones de todo el mundo.
Estos tres últimos galardonados compartirán los 1.5 millones de coronas suecas (163.000 euros, 210.000 dólares) con que está dotado el premio este año.
Vida secreta en Rusia
Snowden, que se encuentra en territorio ruso desde el 23 de junio de 2013, recibió a finales de julio pasado el permiso de residencia por un plazo de tres años, por lo que podrá vivir en Rusia hasta el 1 de agosto de 2017. El exanalista, acusado en EE.UU. de espionaje, ha encontrado trabajo en Rusia en el sector de la tecnología de la información, aunque por motivos de seguridad su paradero es secreto.
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