Informe especial Volcán Cerro Machín
Tras la reciente actividad volcánica del ‘silencioso’ Cerro Machín, varias discusiones volvieron a ver la luz tras las disposiciones de gestión de riesgo y prevención de desastres. Entretanto, la Alcaldía de Ibagué ‘actualizó’ las rutas de evacuación, mientras académicos evalúan con algo de escepticismo las medidas dispuestas.
JUAN MONTOYA PRADA
Periodista del Nuevo Día
Durante las últimas semanas, el Volcán Cerro Machín (VCM) ha sido sujeto de noticias en diferentes medios de comunicación a razón de la reciente actividad volcánica que ha tenido desde finales del año pasado.
Entretanto, múltiples especulaciones afloraron entre la ciudadanía tras los múltiples reportes, en donde la alarma creció y varias entidades gestión del riesgos, entes territoriales y gubernamentales, se pusieron ‘al día’ con la trazabilidad de las rutas de evacuación dispuestas, además de las recomendaciones ante una eventual erupción.
En fechas recientes, la Departamental de Gestión del Riesgo del Tolima, reunió a los integrantes del comité de manejo de desastres, quienes aseguraron que se encuentran socializando los protocolos de respuesta ante una emergencia por erupción, en donde han involucrado a municipios como Cajamarca, Ibagué, Rovira, Saldaña, San Luis, Valle de San Juan, El Espinal, Guamo, Suárez y Coello.
Hablar sobre el Volcán Cerro Machín
Ubicado a 17 kilómetros del casco urbano de Ibagué y a 30 kilómetros de Armenia, el Cerro Machín es considerado como un volcán de tipo pliniano, lo cual hace referencia a su alto índice de explosividad volcánica (IEV).
Se sabe que dentro de sus amenazas, una eventual erupción podría tener efectos sobre la vida, bienes materiales, la economía y sociedad en general, por su consecuencia podría incidir directamente en el desarrollo del país.
Se estima que, dentro de sus amenazas volcánicas, la erupción del Cerro Machín puede afectar en varias dimensiones de acuerdo a las consecuencias de su alto IEV (Índice de explosividad volcánica).
Por una parte, existe una amenaza por flujos piroclásticos, los cuales estarían compuestos por rocas, cenizas y gases que afectarían unos 240 kilómetros cuadrados, teniendo efectos en poblaciones como Cajamarca, Anaime, Coello-Cocora, Toche y Tapias.
En ese sentido, los efectos directos de los flujos piroclásticos traen a colación el arrasamiento e incendio de los elementos expuestos en su trayectoria, el cubrimiento y enterramiento del área expuesta y el oscurecimiento y dificultades respiratorias por partículas finas suspendidas en el aire.
También existe amenaza por avalanchas o flujos de lodo, los cuales afectaría a las poblaciones que se encuentran por los linderos cercanos a la cuenca del río Magdalena.
Y por último, existe la amenaza por caída de piroclastos, asunto afectaría fuentes hídricas, bienes inmuebles, infraestructuras, cultivos y hasta vidas humanas.
Según los cálculos, el alcance de esta amenaza se estima dentro de un área de 2000 kilómetros cuadrados, que dentro de su proyección, podría afectar a poblaciones como Cajamarca, Anaime y Toche; y por el lado del Quindío afectaría a Calarcá, Armenia, Salento, Circasia, Filandia, Quimbaya, Montenegro, Alcalá, La Tebaida, Barcelona, Córdoba, Pijao y Buenavista.
Considerado como el volcán de menor altura en el país (2.750 m.s.n.m.), se compone de dos domos visibles sobre su cráter, con abundante actividad fumarólica sobre su estructura.
Además, expertos estiman que el volcán ha hecho erupción al menos unas seis veces durante los últimos 5 mil años, por lo que es considerado como un volcán activo. La más reciente, se calcula que ocurrió hace 850 años aproximadamente.
Sus cambios internos, como la constante actividad volcánica en su interior, lo han posicionado en un estado de alerta amarilla desde años atrás por la gran cantidad de microsismos, movimientos piroclásticos, la presencia de aguas termales y explosiones menores en su interior.
¿Qué dijo la Administración municipal?
A razón de las últimas alarmas que despertó el VCM, la Secretaría de Ambiente y Gestión del Riesgo difundió a través de diversos canales de comunicación las diferentes rutas de evacuación que están dispuestas para las comunidades que están dentro de la zona de influencia del volcán.
En declaraciones, la jefe de la cartera, Jessica Salcedo, indicó que “este no es un tema nuevo que llega a la Alcaldía de Ibagué, es un tema del que llevamos años preparándonos”, tras las primera alarmas que acaecieron tras los sismos ocurridos en diciembre del 2022.
“Lo único que venimos haciendo es actualizando los documentos, según nuestras capacidades. No es lo mismo que hace doce años que inició la alerta a la actualidad, cuando ya tenemos nuevas herramientas tecnológicas para su monitoreo”, indicó.
En ese sentido, Salcedo explicó que el ente territorial debe actualizar los planes de contingencia y los protocolos de reacción específicos frente a la actividad del Cerro Machín.
“Hemos venido trabajando con las comunidades dentro del área de influencia, son ellos con quienes debemos trabajar más fuertemente porque ante una eventual emergencia, serían los directamente afectados. Por eso, las diez rutas que establecimos para evacuar la zona de influencia, en donde irán hacia puntos de encuentro donde se establecerán albergues temporales y otros transitorios”, aseguró Salcedo.
Y apostilló: “Los protocolos de reacción los venimos actualizando, las rutas son susceptibles a actualización porque ese territorio, cuando llueve y el trasegar del día a día, nos dan las directrices para actualizarlas. Desde la comunidad se viene trabajando en la reacción ante las diferentes clases de emergencia”.
Hay preocupación entre expertos
La mera presencia del VCM, ha despertado el interés de múltiples sectores de la sociedad. Entretanto, geólogos y ambientalistas han resarcido sobre las diferentes implicaciones que tiene la formación volcánica en términos económicos, de gestión del riesgo, de turismo cimentado en la pedagogía y sus implicaciones sociales.
Jonathan Ortíz, geólogo de la Universidad de Caldas, ha hecho seguimientos al volcán durante los últimos años. Entretanto, su interés le ha llevado a cuestionar múltiples decisiones que acaecen en las entidades de gestión del riesgo, asunto que le ha representado uno que otro disgusto con el establecimiento actual.
Dentro de sus consideraciones, Ortíz señala que los mapas de riesgo que se están socializando corresponden al año 2002, el cual elaboró en aquel entonces Ingeominas.
“Si nosotros quisiéramos tener claras las delimitaciones de riesgos asociados para el caso de Ibagué, deberíamos tener un mapa detallado. Debería de existir un grupo multidisciplinario para cartografiar los diferentes depósitos que hay en El Espinal, Payandé o Coello, es lo que se ha omitido durante los últimos veinte años”, expuso.
JONATHAN ORTÍZ
Geólogo de la Universidad de Caldas
Además, cuestiona las rutas de evacuación dispuestas, toda vez que insiste en que no se han actualizado a profundidad. “Hay un repositorio del año 2012 en donde usted puede encontrar que el mismo plano de aquel entonces es el mismo que a hoy 2023 compartieron, pero ‘coloreado’”, aseguró.
“Ibagué tiene un Plan Municipal de Gestión del Riesgo y Desastres que fue elaborado en el 2017 y fue adoptado por decreto en el 2019 durante la administración de Guillermo Alfonso Jaramillo. La sugerencia que hace la ley es que se revise y actualice anualmente. Desde entonces, no se ha actualizado y la respuesta que dan es que la ley no les obliga a que lo actualicen cada año, y tienen razón en cierta medida, pero quiere decir que en el 2020 cuando se enfrentaba la pandemia, el plan no se actualizó”.
Y añadió: “La Estrategia Municipal de Respuesta a la Emergencia (Emre) es del 2003, que se intentó actualizar en el 2010, pero no ha sido adoptada por decreto desde el 2016. La defensa civil dice que tienen todas las rutas para actuar, pero la estrategia como municipio no existe, está desactualizada”.
Impactos y dimensiones del VCM
La erupción del VCM, como se ha establecido desde años atrás, tendría un fuerte impacto en la región quindiana y tolimense debido a la proximidad que sostiene el mismo para con estos territorios.
Durante los últimos años, y teniendo en cuenta lo paulatino y reciente que ha sido su estudio y reconocimiento, el Cerro Machín ha generado varias discusiones de carácter social, ambiental, geológico y económico entre quienes lideran debates de carácter socioambiental con el Estado.
Nestor Jaime Ocampo, ingeniero químico y mecánico de la Universidad Nacional, es reconocido como un destacado ambientalista en Quindío. Desde finales de los 90, recorre el VCM y ha estado en constante estudio de sus riesgos.
“Una erupción tendría gravísimas consecuencias sobre lo económico, lo social, lo político. Por un lado, La Línea quedaría cerrada por lustros o décadas, y las obras que recientemente se han hecho allí no aguantarían el lucro cesante. Es la carretera más importante para la economía del país en tanto conecta al centro del país con el puerto de Buenaventura, además de que conecta al ‘Triángulo de Oro’”, reseñó.
En ese sentido, dentro de sus dimensiones de riesgo, valoró el futuro de los puentes, corregimientos y hasta de los municipios de su zona de influencia. Además, prevé que su erupción también tendría implicaciones sobre las despensas agrícolas que existen actualmente en la región, ‘abonadas’ por los minerales de la última erupción del Cerro Machín.
Asegura que durante finales de los 90, la conversación sobre Machín era escasa, no aparecía reseñado ni en los libros de geografía ni en las dimensiones de la gestión del riesgo de aquel momento.
“A finales del 2008 hubo una actividad bastante intensa. El gobierno de Uribe se mostró sorprendido porque había gente viviendo encima del volcán. A los quince días, estaban ordenando que devolvieran a estas personas a donde estaban porque Ibagué no fue capaz de sostener la salud, mantenimiento, educación y alimentación de esas comunidades”, rememoró Ocampo.
Y a raíz de lo anterior, se elevó el nivel de alerta a amarilla o ‘III’ en el VCM. Así pues, Ocampo destaca que una cosa es la alerta de actividad volcánica como concepto técnico y otra la alerta social de riesgo, la cual acapara la pedagogía alrededor del mismo, al margen del sistema de prevención de desastres que, en su visión, no funciona.
“Hay que garantizar el recurso del suelo, fundamental porque ahí se reproduce la comida para la vida, la región es una sólida despensa agrícola, pero con una baja densidad poblacional que garantice a la gente que explota esos suelos la seguridad de evacuar por vías en buen estado”, apuntó.