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Actualmente ese consumismo resulta especialmente visible en lo relacionado con artefactos tecnológicos, de allí la compulsión por cambiar de celular, computador, televisor, sonido, y otros equipos que renuevan modelos con gran frecuencia. Se agrega el hecho de que muchos de aquellos artefactos son diseñados para una vida útil muy breve, y también la oferta de crédito con facilidades de pago sin que el cliente tome nota de los altos costos que conllevan.
Se suma, la ansiedad por renovar el vestuario y diversos cachivaches para responder a nuevas marcas y tendencias de la moda. Con ellos atiborra armarios, estantes, gavetas y cajitas. En igual sentido actúa el deseo de renovar el mobiliario y decoración de la vivienda, el auto, la moto o la bici, a pesar de que los que tiene estén en buen estado.
Estos hábitos consumistas son algunos de los que podrían cambiar con la llegada del Covid-19. Primero porque la jornada de confinamiento posiblemente le dio tiempo para revisar y ordenar sus pertenencias y encontrar tantas piezas acumuladas, que no solo saturan los espacios sino que impedían ver que algunas aún están sin estrenar y otras llevan largo tiempo sin usar.
Podría concluir, entonces, que está bien si por algún tiempo compra solo lo necesario. En el mismo sentido podría incidir la incertidumbre sobre las consecuencias de la pandemia en la economía personal y mundial y la inseguridad sobre el futuro. Con mayor razón si perdió el empleo o percibe algún riesgo de perderlo; tendríamos entonces lo que pudiéramos llamar una austeridad forzada.
Podría ser también que la vivencia del Covid-19 le ha llevado a reflexionar sobre la necesidad de superar el “consumismo” y optar por su antónimo, el llamado “suficientismo” (traducido de “Enoughism”), un concepto acuñado por John Naish (2008) en su libro Suficiente: Rompiendo con el mundo del más. En esencia desarrolla la idea de que “… a partir de un determinado punto, el consumidor posee todo lo que necesita y cualquier compra empeora su vida en lugar de mejorarla….”. Y sostiene que consumir en exceso y amasar demasiadas cosas, sólo proporciona un placer fugaz por lo que se debe decir: ¡Suficiente!”.
El suficientismo tiene enemigos y genera controversia pero lo promueven con entusiasmo muchos jóvenes y especialmente ambientalistas, que reclaman la adopción de una filosofía de vida más consciente, rechazan el consumo desenfrenado y el desperdicio de recursos, insisten en que el valor de la persona no depende de los bienes materiales que posee y aceptan que se puede disfrutar una auténtica felicidad consumiendo solo lo necesario. No les interesa acumular riqueza ni bienes materiales más allá de lo suficiente para vivir confortablemente; prefieren compartir con otros todo excedente que puedan generar, es su compromiso con la humanidad y con el planeta. No lo asumen como una actitud conformista, falta de ambición o de aspiraciones personales, tampoco como una amenaza al consumo general, a la producción o a la generación de empleo; lo entienden como un cambio consciente de hábitos, un aporte a la sostenibilidad del planeta, a la equidad y un refuerzo a la solidaridad y la filantropía. Finalmente, el suficientismo es un planteamiento que muy posiblemente tomará fuerza en un futuro próximo y amerita que profundicemos en él.
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