Atropellos al urbanismo

Carmen Inés Cruz Betancourt

Son variadas las formas como se atropella el urbanismo de la ciudad, dificultando, tanto su embellecimiento como la armonía y la funcionalidad que anhelamos. Aquí relaciono solo unas pocas, veamos:  
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Cuando transitamos por casi cualquier calle de Ibagué es frecuente encontrar construcciones que fueron diseñadas para uno o dos pisos pero luego, para optimizar su espacio optaron por adicionar uno o dos más, que a todas luces no corresponden a la construcción original y que sin duda superan la capacidad estructural prevista como carga de los pisos inferiores. Lucen como “cucuruchos”, enramadas o adefesios superpuestos que dejan la sensación de que podrían derrumbarse. Y no es solo el aspecto desagradable sino el riesgo que implican porque, además, con frecuencia las utilizan para ampliar un negocio, servir como bodega, adicionar una terraza donde opera un restaurante, un bar, una sala de fiestas o un gimnasio, con un público que puede ser numeroso. Algo similar sucede con los antejardines, que muchos transforman en terrazas con mesas, tiendas, vitrinas y otros usos que desvirtúan su propósito inicial, invaden el espacio público y dificultan la circulación de peatones.

A primera vista parece evidente que para ejecutar tales construcciones o remodelaciones no tramitaron las autorizaciones pertinentes ante las Curadurías, que seguramente no las habrían otorgado, y tampoco son controladas por la Oficina de Espacio Público del municipio. El riesgo que implican hace imperativo que las entidades competentes se ocupen del asunto en prevención de las graves tragedias que podrían sobrevenir. 

Así mismo, se requiere mayor rigor en la vigilancia para exigir que las nuevas construcciones respeten los paramentos y garanticen los retrocesos debidos para asegurar los andenes adecuados y las bahías de parqueo cuando se requieran, a fin de que no repitan situaciones tan desafortunados como el caso de los Centros Comerciales Aqua y Multicentro, que no dejaron las bahías suficientes para los taxis que llevan y traen a sus clientes y, para suplir la falta optaron por tomar un carril de la calzada principal afectando la movilidad de la zona. 

Similar carencia se repite en la Clínica Clinaltec, adelante de Picaleña, donde los taxis y demás autos parquean haciendo fila en plena carretera central a pesar de que dispone de amplios terrenos donde pudieran resolver este problema.  Y, si bien tienen parqueaderos, poco se usan porque no fueron pensados para facilitar el acceso de los pacientes que llegan al lugar.  

Entre tanto, en la clínica Medicádiz de la Samaria, sucede que si bien disponen de parqueaderos amigables con los pacientes, muchos que no los utilizan para evitar el pago, y se suman a los numerosos taxis que parquean en la calzada y dificultan la circulación. Se observa también que en algunas zonas comerciales los conductores paquean en las vías paralelas diseñadas como desfogue de las principales, impidiendo que aquellas cumplan su cometido. 

Estas consideraciones son un llamado a los empresarios, a los arquitectos y constructores para que proyecten espacios amigables que respeten las normas urbanísticas y la estética. Así mismo, es un llamado a las autoridades competentes para que intensifiquen su accionar y lo hagan con sentido preventivo evitando que otros incurran en atropellos similares. También, para que apliquen las sanciones del caso a los infractores, con la certeza de que podrán generar importantes ingresos que contribuyan a la ejecución y mantenimiento de obras y programas orientados a hacer de Ibagué una ciudad respetuosa de las normas y del entorno, atractiva y protectora de sus residentes y de quienes nos visitan, esto es: una ciudad amable, tarea que exige de modo especial el fortalecimiento de la disciplina social.

CARMEN INÉS CRUZ

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