Qué no nos ganen la partida

César Picón


Si el lector prende su televisor o la radio para escuchar noticias, notará que buena parte del contenido está dedicado o a publicar noticias o hechos negativos del gobierno nacional o a conceder extensas entrevistas a los tantos políticos, opinadores o analistas, que puedan salir a hablar mal del Presidente y sus acciones.

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Las manifestaciones de la semana pasada, que giraron alrededor de la no elección de la nueva Fiscal General, fueron un capítulo más de esa matriz mediática que busca incendiar la opinión, y construir obstinadamente un ambiente ficticio de caos, que termina reforzando la oposición.

Del otro lado no es que haya quietud. Noticieros independientes y oficiales (con mucha menos audiencia), usuarios de X y demás redes, sindicatos y otras organizaciones sociales, y opinadores que creemos en el espíritu de cambio de este gobierno (como el suscrito), intentamos contrarrestar la desinformación, destacar los progresos y los resultados del Gobierno, y poner en evidencia la estrategia maquiavélica con la cual quieren el desgaste, la desacreditación y en ultimas el fracaso del proyecto progresista.

Lo preocupante es que, entre esos ires y venires, entre la defensa y el ataque, entre esa guerra mediática por posicionar una u otra realidad, el gobierno y sus afectos no están saliendo bien librados. Prácticamente todas las comunicaciones están dirigidas a desmentir chismes o reponer sobre cuestiones triviales que se han difundido por los canales masivos. 

No se volvió a hablar con fuerza sobre las tierras que se están repartiendo entre el campesinado y la industrialización del agro. La reforma a la salud se ha convertido en toda una novela y hoy gira alrededor de los convenientes argumentos de la oposición y no sobre las verdades incómodas que el Ministro ha venido revelando sobre cómo se han robado y malgastado los recursos del sector.

Las noticias sobre la baja de la inflación y el desempleo, el aumento real del salario mínimo y la recuperación de derechos de los trabajadores, el espectacular comportamiento del turismo y la inversión extranjera, y la reducción de la deforestación en la Amazonia colombiana, quedan como simples titulares fugaces, palabras al viento que nadie refuerza y por lo tanto no quedan impregnadas en el imaginario colectivo. 

En voz alta no se habla sobre las universidades y hospitales que se están construyendo y los que ya cuentan con financiación, o los avances en materia de recuperación y aumento de la red ferroviaria del país. La reforma pensional, que promete un ingreso mínimo para que ningún adulto mayor en Colombia este por debajo de la línea de pobreza, y que permitirá que mujeres con hijos puedan reducir el número de semanas cotizadas para alcanzar la pensión, tampoco está en los reflectores del país.

 En contraste, las concentraciones que no dejaron ningún disturbio, el nombramiento de un insignificante cargo en la FAO o que el Presidente no llegue a una reunión, es motivo de toda una controversia pública.

Se acerca la mitad del periodo de gobierno y no hay que gastarle más tiempo a ese tire y afloje. Reconocer y remediar a tiempo los errores, bajarle a la confrontación que desgasta y aburre, poner todos los esfuerzos en pasar las reformas, ejecutar los presupuestos y alcanzar objetivos, y recalcar con ahínco los esfuerzos y logros del gobierno. El tiempo nos dará la razón.

 

CÉSAR PICÓN

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