Como a violín prestado

César Picón

Entre la contratación de modelos e influencers, viajes alrededor del mundo para “promocionar” la marca, trago gratis para fiestas político electorales de los amigotes y hasta un extraño patrocinio al Deportivo Pereira en plenas elecciones legislativas, se fue una parte de la plata que debía girar en transferencias la Fábrica de Licores del Tolima para financiar la salud y otros gastos sociales del departamento. 
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De acuerdo con la información que se ha ido develando en días recientes, con motivo del debate citado en la Asamblea departamental, durante los últimos cuatro años a la Fábrica de Licores la trataron como a “violín prestado”.

Aparte de los gastos suntuosos y excesivos, que a la final no lograron objetivos estratégicos para la fábrica como aumentar las ventas o posicionar la marca fuera del Tolima, lo más grave fue la irresponsable e inexplicable decisión del gobernador Orozco de abrir las fronteras para que el aguardiente Antioqueño (líder en ventas Colombia), el Amarillo de Caldas y un tal aguardiente Costeño, entraran a competir con el tradicional Tapa Roja en tierras tolimenses. 

Esa apertura de fronteras, claramente no pasó por un análisis estratégico del sector ni de la industria que interpretara las condiciones de ese mercado competitivo, fue una jugada absurda que simplemente terminó desechando de tajo la posibilidad de no tener que competir con las marcas más poderosas a nivel nacional. 

Esa decisión, más bien orientada por una lógica de intereses particulares, terminó causando una drástica disminución en las ventas de nuestro aguardiente insignia: en cifras dadas por el diputado Marco Hincapié, la Fábrica de Licores del Tolima el año pasado (2023) vendió poco más de 800 mil botellas, mientras que en 2022 antes de los efectos del “regalazo” del gobernador a las licoreras foráneas, había vendido más de 1 millón seiscientas mil botellas, incluso, el año pasado se vendieron menos botellas que en el año 2020, el más fuerte de la pandemia en el que existieron todo tipo de restricciones para la vida social y el desarrollo de fiestas y eventos.

Y, como para rematar, algunas jugadas comerciales de la Fábrica parecieran incomprensibles. El año pasado se lanzó con bombos y platillos el aguardiente rosado, pegó duro entre los consumidores y rápidamente alcanzó fama y publicidad. Sin embargo, con solo 10.000 botellas producidas se agotó rápidamente y hasta la fecha no ha vuelto a aparecer. 

Aunque la nueva gerente anunció que regresará, es claro que se perdió una inmensa oportunidad de aprovechar una buena época de ventas con un producto que había logrado ascender rápidamente entre las preferencias de los compradores. Por otra parte, los esfuerzos por exportar el aguardiente deben revisarse ¿Cuáles fueron los resultados comerciales de la costosa participación de la marca en Expo Dubái? ¿Cuál es el costo-beneficio de enviar 4 mil botellas a Europa? ¿Tiene sentido poner la mirada en vender unas cuantas botellas en el exterior, cuando el mercado natural está completamente arruinado por la apertura de fronteras?

Es urgente que la gobernadora y la nueva gerente tomen cartas en el asunto para reversar la mala hora de nuestra Fabrica. Están en juego muchos empleos, recursos para la salud y la dignidad de una marca que siempre ha sido orgullo para los tolimenses.



 

César Picón

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