La varita mágica

César Picón

El acueducto de Ibagué tiene suficiente agua concesionada para producir el líquido potable que la población actual necesita. Entre el río Combeima y las quebradas Cay y Chembe, le aportan más de 2.400 litros por segundo, que supera lo necesario para atender la demanda de la ciudad. Apenas llegue el agua del río Cocora, que sumará más de mil litros al sistema, habrá disponibilidad para más del doble de los usuarios que actualmente tiene el Ibal.
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La planta de La Pola tampoco es un problema para la producción de agua, porque tiene capacidad para potabilizar toda el agua actualmente concesionada y más.

Teniendo en cuenta que Cortolima no ha declarado el desabastecimiento de los afluentes que surten el acueducto, la excusa con la que la Alcaldía está tratando de justificar el drama de miles de ciudadanos que no reciben agua en sus grifos, que supuestamente es de Cortolima por no haber autorizado la concesión de la quebrada el Corazón, es una total falacia. 

A lo anterior, súmele que la directora de esa entidad informó la semana pasada que no existía ningún trámite radicado por parte del Ibal respecto a la solicitud de concesión de esa nueva fuente, tal vez pensaron que era solo pedir por un micrófono la autorización.

Si el problema no es la captación, ni tampoco la capacidad de producción en la planta, lo más probable es que la crisis se origine en la operación, lo que es muy grave porque esa sí es una variable bajo el control de la Administración.

En una reciente reunión de la Alcaldesa con los sedientos habitantes de la Arboleda Campestre, Aranda ordenó rotar a los operarios que abren y cierran las válvulas, y vigilar en las noches el sistema, porque podría estar presentándose una manipulación por parte de algunas constructoras para abastecerse de agua, en otras palabras, la Alcaldesa insinuó corrupción en la operación del acueducto. 

Si a eso se le suma lo expuesto en el debate de control político en el Concejo, que las pérdidas de agua potable por cuenta de fugas y conexiones ilegales llegan a casi el 50%, se confirmaría que el grave problema de desabastecimiento de agua que vive la ciudad, es producto de la ineficiente gestión del acueducto, lo que amerita una decisión de fondo por parte del nuevo gobierno, que no puede permanecer indiferente frente a las evidentes fallas que tienen viviendo un calvario a los ibaguereños de varias comunas de la ciudad.

Es cierto que la infraestructura de almacenamiento del sistema es insuficiente, también que la red de distribución está en precarias condiciones, pero si en otros tiempos (también difíciles) con medidas contingentes se pudo mantener (al menos parcialmente) la continuidad del servicio, es hora de reconocer que de una u otra manera la operación del acueducto se les ha salido de las manos.

Ni la alcaldesa, menos los ibaguereños, tienen porque esperar indefinidamente a que en el Ibal solucionen lo que hace tiempo debieron hacer, que era corregir oportunamente los problemas identificados para evitar que llegáramos a este punto, sobre todo cuando desde hace muchos meses se venía advirtiendo la llegada del fenómeno del Niño y las consecuencias que traería. La situación amerita una revisión profunda de la gestión del Ibal, para eso la Alcaldesa sí tiene la varita mágica.

CESAR PICÓN

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