PUBLICIDAD
Ibagué no tiene parques y está lejos de ser bonita. Las avenidas han sido invadidas por una secuencia de enramadas erigidas con aleros de zinc soportados en guaduas, sobre los antiguos antejardines de residencias que hoy albergan tabernas, ferreterías, cervecerías. Nuestra singular mixtura cultural panche-andaluz permite, en un mismo golpe de vista, apreciar el centro comercial La Estación, una fábrica artesanal de bloques de cemento en la ronda del río Chipalo y el consultorio santero de María Lionza, de gran acogida en estos tiempos de crisis económica y espiritual.
Cuenta la historia sagrada que los hombres quisieron llegar por sus propios medios al Cielo y construyeron la Torre de Babel. Siempre pensé que era una metáfora sobre las religiones y sus intentos de secularizar el sentimiento religioso. Estaba equivocado. No tenía idea del faraónico proyecto que se ofrece a la venta en el aristocrático barrio El Vergel: dos torres de treinta y seis pisos, que albergarían centenares de apartamentos de dos habitaciones en 40 metros cuadrados, que se entregarán en obra gris. El mismo modelo de Piedrapintada, ahora en El Vergel. Otra de las siete maravillas que alterarán la armonía de uno de los barrios residenciales más bonitos de la ciudad.
Las descubrí al ir a recoger una pizza. Miré la valla, me restregué los ojos, le pedí al amigo que me transportaba que se detuviera; recorrí el pequeño lote donde se pretenden edificar y cuando salí de mi asombro, tenía emparamados los zapatos por la escorrentía que lo cruza por la mitad.
Los primeros diez pisos no albergarán los jardines colgantes de Babilonia. Les exhibirán a los vecinos de Palma del Vergel, Cerro Azul, Biventti, Rincón del Vergel, hasta la facultad de Arquitectura de la Universidad de Ibagué, las empinadas rampas de los parqueaderos, con inclinaciones tipo Alpe D´huez. Centrifugados tornillos de cemento que exigirán caja de cambios automática, control extra de pendientes y frenos eléctricos de mano. No vi en el plano shut de basuras, desconozco si habrá planta eléctrica de emergencia, pero imagino el concierto permanente de reguetón, para el mundo, desde el salón comunal del piso 11.
Nuestras modernas torres de babel facilitarán el encuentro con la divina Providencia a quienes padezcan una emergencia de salud y deban esperar su turno para salir del barrio, con los más de 1000 vehículos y motocicletas que agregará el rascacielos de interés social. Los vecinos del Vergel aprenderán paciencia, tolerancia, resiliencia (tan necesaria hoy), resignación. En especial, cuando haya misa en la capilla María Reina o reuniones de padres de familia en el colegio San Bonifacio de las Lanzas y no se pueda cruzar, en ningún sentido, la estrecha carrera 17.
Cuando subí al auto, mi amigo soltó la siguiente pregunta:
- ¿Le gustó el Tontódromo?
- Para nada. Y menos el caos urbano que se está generando en Ibagué, sin que a nadie le importe.
Comentarios