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También me sumo al reclamo que se ha hecho sobre conocer el paradero de los desaparecidos en nuestra ciudad durante los días del paro nacional.
Al igual que miles de ibaguereños espero que no se repita en nuestra ciudad el uso excesivo de la fuerza pública y que se asegure el respeto de los derechos humanos para todos.
Vehementemente me sumo al rechazo colectivo del comportamiento delictivo de quienes escudándose en la legítima y sana protesta social vandalizan los bienes públicos y privados, comparto el rechazo a los actos de violencia y vandalismo porque impactan gravemente la seguridad social y económica de la ciudad y el departamento afectando los derechos de empresarios y empleados.
No sobra hacer un llamado a la defensa de las instituciones, al respeto por las diferencias, a la sensatez y al diálogo pacifico como mecanismo de concertación.
Ahora bien, evidentemente lo que estamos viviendo necesita de un alto grado de resiliencia y empatía.
Durante la pandemia por Covid-19 muchos aprendimos que para superar esa crisis necesitábamos desarrollar la capacidad de adaptarnos a una situación adversa sin precedentes y así superar los traumas que nos traía el confinamiento. Los colombianos fuimos ejemplo de resiliencia. Ahora también la necesitamos.
No hay duda que el Gobierno debe tener un alto grado de empatía social, reconocer, comprender y apreciar los sentimientos de los ciudadanos y manifestantes. El Gobierno debe pensar primero en la gente antes de pensar en los bancos, en el mercado o en las finanzas, por importante que estos sean. El Gobierno debe comprender lo que están pensando, sintiendo y viviendo las familias, conectarse con las necesidades de las personas y actuar de conformidad.
Me atrevo a decir que la gente no quiere que hoy se apruebe ninguna reforma tributaria, ni la reforma a la salud, ni ninguna otra. Creo que la gente quiere que el presidente primero trabaje en la reactivación económica, que se esfuerce en disminuir el gasto ineficiente y mande mensajes concretos contra la corrupción, que supere la pandemia y sus efectos sociales.
Buscar la empatía social demanda reconocer las nuevas ciudadanías, los reclamos de los jóvenes, y trabajar por crear oportunidades reales para estos. Reconocer que si se siguen haciendo las cosas como se han hecho hasta ahora difícilmente se avanzará.
Pero además, la empatía social no es solamente un tema del Gobierno, también nos involucra a cada uno de nosotros. Estamos obligados a reflexionar sobre nuestra propia empatía, sobre nuestro comportamiento y decisiones de cara a los problemas que vivimos como sociedad. No podemos reclamar empatía social del Gobierno si nosotros mismos no la tenemos.
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