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La importancia que el enfoque de competitividad ha tomado en el país para el diseño de políticas públicas y la necesidad de establecer estrategias que mejoren el compartimiento de las variables en los pilares nos obliga a revisar, a manera de resumen -con el permiso de
los autores-, la información más relevante. Conocer los resultados para Ibagué no es suficiente sin comprender el análisis de brechas territoriales y los impactos por la pandemia.
Una proporción considerable de ciudades descendió su nivel competitivo, casi el 50 % de las capitales colombianas evidenció algún retroceso en el puntaje general. Tras casi dos años del inicio de la crisis derivada del COVID-19 los efectos sobre el empleo, la pobreza y la calidad de vida, se mantienen, aunque en menor medida, vigentes.
Un aspecto importante que resalta el ICC 2021 es el aumento de brechas territoriales. En el
ICC 2021, la diferencia en puntaje, entre la ciudad con el mejor y el peor desempeño, aumentó en ocho de los trece pilares evaluados. Se destaca la ampliación en la brecha de pilares como sostenibilidad ambiental, adopción de tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) y sofisticación y diversificación. Vale la pena resaltar que es precisamente en este primer pilar en donde peor le va a Ibagué.
En el contexto de reactivación económica es preciso insistir en la competitividad como un eje estructurador de futuras políticas públicas que permitan no solo guiar al país a través de una senda de crecimiento sostenible, sino preparar a los territorios ante eventuales choques.
El informe muestra que la competitividad se correlaciona negativamente con el nivel de pobreza multidimensional en las ciudades. Así mismo, las ciudades con un mayor nivel de competitividad han mostrado mayor eficiencia en el plan de vacunación, una condición fundamental para la reactivación económica. Se evidencia una relación positiva entre la cobertura de la primera dosis de vacunación y la competitividad de las ciudades.
Una situación que la pandemia ha puesto de manifiesto es el impacto en el bienestar de los jóvenes. Por ejemplo, la Tercera Gran Encuesta Nacional sobre Jóvenes de la Universidad del Rosario, El Tiempo y Cifras y Conceptos, realizada en mayo de 2021, destaca que un 33
% de los jóvenes reportaba como emoción predominante la tristeza, mientras que solo el 5 % se identificó con la alegría.
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