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Según eso, hay que hacerle frente al endeudamiento del país que se incrementó por la pandemia y que para el año pasado cerró en 619,5 billones de pesos que representan el 61,4% del PIB. Insiste el gobierno del presidente Duque, que entre el 2020 y en los 3 meses de este año el país se ha gastado 80 billones de pesos por causa de la emergencia sanitaria: 40 billones de pesos a través del Fondo de Mitigación de Emergencias (Fome) y 40 billones de pesos adicionales que dejaron de recaudarse por IVA a causa del cierre de las actividades productivas.
Entonces, si se logran recaudar los 25 billones de pesos: 10 billones de pesos irían a financiar programas para el apoyo de hogares en vulnerabilidad y pobreza extrema, como Ingreso Solidario, Familias en Acción, Jóvenes en Acción, Colombia Mayor y Compensación del IVA, y los 15 billones de pesos restantes, se destinarían a cubrir la deuda que se tiene.
No obstante, de lo anterior me surgen varias preguntas, la primera: ¿dónde están los recursos del Fome?; no existe, dentro de lo que sé, un informe detallado de cómo se invirtieron esos recursos, a través de qué programa y cuánto fue el costo de su intermediación (en el caso de los bancos). Se desconoce también, o al menos no lo he encontrado, el listado de quiénes fueron los beneficiarios o destinatarios finales de esas ayudas establecidas en el Fondo, cuántas personas naturales o jurídicas realmente recibieron una ayuda del gobierno en medio de esta crisis.
La segunda: ¿Por qué, ante cualquier problema financiero del país, la única salida es cargar con más impuestos a los ciudadanos? Una de las promesas de campaña del uribismo consistía en no incrementar los impuestos que pagamos a diario, entiendo, que estamos ante una situación atípica por cuenta del coronavirus, pero, ¿por qué más impuestos?, ¿por qué no hacen una reestructuración administrativa del aparato estatal para eliminar tanta burocracia y hacerlo más pequeño y eficiente?, sin duda, eso liberaría unos cuantos billones de pesos.
Cada día estoy más convencido que existe una total desconexión entre lo que están viviendo las familias colombianas y la realidad que percibe el Estado colombiano.
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