“Las tareas inconclusas”

Guillermo Pérez Flórez

En 1983 el presidente Belisario Betancur tuvo una idea: celebrar los 200 años de la Real Expedición Botánica dirigida por el sabio gaditano José Celestino Mutis para dar continuidad a esa gesta científica y cultural que había quedado inconclusa. Para tales efectos, convocó a un grupo de intelectuales, entre ellos a Jaime Quijano Caballero, en ese entonces rector de la Universidad Incca, y ordenó al presidente de la Caja Agraria, Mariano Ospina Hernández, comprar una casona colonial en Mariquita, para albergar la Fundación Segunda Expedición Botánica, Funbotánica.

Dicha entidad se constituyó allí con la participación de varios ciudadanos mariquiteños, recuerdo principalmente al poeta, empresario e historiador Hernando Ávila Vanegas. Me cabe el honor de haber firmado el acta de constitución de esta entidad, sin embargo, quizás por mi ignorancia en estos temas, nunca más fui citado a las asambleas.

Para hacer breve el cuento, quiero comentarles que el pasado lunes 30 de abril, se llevó a cabo en Bogotá, en Casa del Tolima, una ‘Asamblea’ de fundadores con el propósito de nombrar al liquidador de la entidad y adjudicar el único bien patrimonial que hoy tiene (la casa colonial) a una universidad bogotana. Como no está en mi ánimo personalizar la discusión, omitiré nombres de instituciones y personas, pero digo que considero un absoluto despropósito tanto liquidar la fundación como adjudicar esa reliquia histórica a una entidad privada, por respetable que ella sea. Así lo expresé en la ‘Asamblea’, la que pongo entre comillas simples, porque me parece macondiano que su quórum decisorio lo constituyeran sólo dos personas en representación de otras dos. En ella fui escuchado, más no reconocido como fundador porque, según se me dijo, no hay archivos. Mal asunto.

He estado indagando en la Cámara de Comercio de Bogotá, en donde reposa la documentación puesto que en 2005 se trasladó el domicilio social de Funbotánica, de Mariquita a Bogotá, y encuentro que está disuelta y en estado de liquidación, en virtud del art. 31 de la ley 1727 de 2014, por que pasaron más de cinco años sin que se renovara la matrícula mercantil. Lo cual, no impide que se reactive y se continúe con los objetivos misionales por los cuales fue creada. He trasladado esta iniciativa tanto a la Alcaldía municipal, como a la ciudadanía, y la respuesta ha sido más que positiva. Sepultar a Funbotánica sería un disparate que probaría solo nuestra propia incompetencia. La tarea aún está inconclusa. Hay voces que vienen del pasado a recordárnoslo y testimonios del presente que nos acusan de indiferencia, como el patético estado del bosque José Celestino Mutis en Mariquita. Reitero mi disposición irrenunciable de dar continuidad a este noble desafío que nos legaran Mutis en el siglo XVIII y el presidente Betancur en el XX. Una nueva expedición nos está esperando. Aún no es tarde para renacer.

PD: Falleció esta semana en Mariquita el poeta y amigo Jairo Ávila Martínez, fundador del Museo Paleontológico, que clama por una sede. Paz en su tumba y un abrazo fraterno a sus familiares.

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