“Clic” al cine colombiano

libardo Vargas Celemin

El poeta inglés John Donne, escribió unos versos que bien pudieran resumir lo que experimenta uno ante cada partida: “La muerte de cualquier hombre me disminuye/porque me encuentro unido a toda la humanidad/ por eso, nunca preguntes / por quién doblan las campanas, doblan por ti”, pero también por todo este país disminuido diariamente por el terror, la angustia, la incapacidad de detener las manos asesinas que nos privan de grandes hombres como Mauricio Lezama.

El diagnóstico de su deceso es el mismo de cientos de seres que han caído inmolados por la irracionalidad. Lo asesinaron el jueves por ser un “soñador” y haber hecho del cine y los audiovisuales, la herramienta para denunciar y buscar la verdad, como lo escribió el periodista Rodrigo Escalante por: “visibilizar la voz de las víctimas en una sociedad silenciada por el fuego de los fusiles y la represión ejercida por grupos armados, tanto legales como ilegales”.

No conocí personalmente a Mauricio Lezama, pero si me enteré de su participación en asambleas y reuniones del gremio cinematográfico. Hugo Andrés Quintero quien compartió con él varios eventos, me contó la lucha que Mauricio y otros adelantaron para lograr la descentralización de las actividades cinematográficas. En un país centralista como el nuestro hacer cine desde la periferia es un verdadero reto, así lo había asumido él, un vallecaucano que hacía quince años se había instalado en Arauca, donde lo conquistaron los paisajes y las historias de un pueblo de gentes humildes convertidos en mártires de una guerra para la que no estaban preparados.

Treinta y ocho años de edad, Técnico Profesional en construcción y montaje escenográfico; director del Festival Internacional de Cine de Arauca, artista plástico; dibujante, ilustrador, realizador audiovisual, teatrero, titiritero, gestor cultural, ganador del estímulo de Relatos Regionales del Fondo de Desarrollo Cinematográfico el año anterior y, sobre todo, un hombre comprometido con el arte, con las víctimas del conflicto y con la materialización de la paz en la frontera.

Paradójicamente “Mayo” es el título del documental que estaba preparando y para el cual buscaba actores naturales de la región. Mayo, el mes que lo vio caer al piso de una tienda en La Esmeralda, en Arauquita. Las balas impulsadas por el odio callaron su voz, más no sus realizaciones y el ejemplo de compromiso con el rescate de la memoria y de las nuevas generaciones para que no caigan en las garras de la intolerancia y el odio visceral de los enemigos de la paz.

Una anécdota que evidencia el talante de Mauricio ocurrió en una discusión acalorada, cuando alguien le pidió que moderara su vehemencia y él, en un acto de improvisación teatral les dijo a todos los asistentes: “Tranquilos que Mauricio Lez… Ama”.

lcelemin2@gmail.com

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