Comenzó en firme la campaña política para la elección de alcaldes, gobernadores, asambleas y concejos. Es el momento para que los ibaguereños escuchen propuestas y los candidatos presenten sus programas y adquieran compromisos con la ciudadanía.
Ibagué crece a un ritmo sorprendente, pero muchas de sus necesidades persisten. El alcalde para el período 2024-2027 tiene una complicada misión que comienza por lograr que los ibaguereños vuelvan a confiar en las instituciones y que se interesen por el destino de su ciudad. Las demás tareas no son menos fáciles y requieren el concurso de todos los sectores económicos, políticos y sociales.
Uno de los problemas más graves y que no ha logrado resolverse desde hace más de dos décadas es el del desempleo. No se ha conseguido que la ciudad sea atractiva para los inversionistas y la instalación de industrias, lo cual repercute en la poca generación de puestos de trabajo formales. En los últimos años la ciudad se ha mantenido como la segunda capital del país con las mayores tasas de desocupación, solo superada por Quibdó. Los jóvenes y las mujeres son los más afectados por este flagelo. Durante años se ha diagnosticado esta problemática, pero no se ha avanzado en soluciones, y si la ciudad continúa así solo conseguirá que sus talentos sigan emigrando en busca de mejores oportunidades.
La movilidad no ha mejorado; por el contrario, transitar es cada vez más complicado, no solo por la falta de vías y el mal estado de las calles, sino porque no se logró la modernización de la red semafórica. A esto se añade la falta de señalización, la indisciplina de los conductores que no acatan las normas, parquean en cualquier parte y no respetan a los demás usuarios de las vías, y la ausencia de agentes de tránsito. Los trámites que se realizan en la secretaría de Movilidad son otro dolor de cabeza, que ubican a Ibagué como la peor del país. El alcalde no consiguió un secretario que consiguiera poner fin a la paquidermia y la corrupción en esta dependencia.
Otro de los grandes retos del futuro mandatario será el de culminar obras que vienen desde gobiernos anteriores y que tampoco se entregarán en esta administración, como los escenarios deportivos, el acueducto complementario y la remodelación de los colegios de la jornada única.
Prestar atención a la salud mental de los ibaguereños es otra de las tareas que debe enfrentar el futuro administrador, y no solamente lo relacionado con las medidas de protección en el puente de la variante.
La inseguridad es uno de los asuntos más inquietantes, pues además de las cámaras de vigilancia, no se han conocido fórmulas para contrarrestar la creciente delincuencia en las calles. La recuperación de los emblemáticos espacios públicos del centro de la ciudad y los parques de los barrios que cayeron en el abandono, también han de estar en la agenda del nuevo gobernante.
Habrá que trabajar con ahínco en las áreas de convivencia, amor por la ciudad, sentido de pertenencia, participación comunitaria, ya que se aprecia una creciente y preocupante apatía ciudadana con respecto a los temas que atañen al bienestar colectivo.
Hay que decirlo con franqueza: al nuevo alcalde no le será nada fácil recuperar el rumbo de la ciudad, que no pasa por uno de sus mejores momentos.
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