Un valioso legado de servicio a la comunidad

Falleció esta semana Fernando Meléndez Santofimio destacado agricultor, empresario y humanista. Se formó como antropólogo en la Universidad de Los Andes, pero la mayor parte de su vida productiva la desarrolló en Ibagué como agricultor, ganadero y activo dirigente gremial.

En su larga trayectoria, fue miembro de la junta directiva de la Federación Nacional de Arroceros (Fedearroz), la Federación Nacional de Ganaderos (Fedegán) y la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC). En su actividad fue innovador, respetuoso de la ley y un gran promotor de la educación y la cultura.

Fernando Meléndez perteneció a un grupo de empresarios tolimenses y de otras regiones que no solo establecieron prósperos negocios, sino que a lo largo de su vida pusieron su empeño para crear instituciones con claro sentido de desarrollo regional. Así, se aliaron para emprender grandes proyectos como la empresa Aires, Serviarroz y el colegio San Bonifacio de las Lanzas, entre otras entidades con sentido regional.

El Nuevo Día fue una de esas empresas que establecieron y que llegó a llenar el vacío informativo existente en el Tolima. Sus fundadores le apostaron a crear un medio independiente, imparcial y objetivo, con el propósito de ejercer una labor de fiscalización a las actuaciones de los funcionarios públicos para poner en evidencia atropellos y actos de corrupción, siempre con el interés de defender los intereses de la comunidad.

Junto con otros destacados empresarios como Santiago Meñaca Castillo, Roberto Mejía Caicedo, José Ossorio Bedoya, Jaime Zorroza, Eduardo de León, Salomón Tovar, Gilberto Hurtado (por mencionar solo algunos) siempre procuraron la unidad del Tolima y la gestión de proyectos con trasfondo social y cívico. A través de la filantropía y una genuina generosidad mejoraron las condiciones de vida de miles de tolimenses, con la implementación de iniciativas con profundo impacto colectivo.

El Tolima necesita más de esos ciudadanos que impulsen con sus iniciativas el progreso de la región. Por eso, estamos en el deber de identificar nuevos líderes para que tomen el testigo y se conviertan en promotores de proyectos de naturaleza ciudadana para beneficio común, que combatan la corrupción,  que promuevan los valores, que resalten la unidad, que apoyen la educación y la formación de los tolimenses, que impulsen la competitividad, que gestionen obras y que dejen a un lado los intereses partidistas para emprender grandes proyectos.

La ausencia de Fernando Meléndez es una gran pérdida para la región, pero su legado de vida es una enseñanza para el nuevo liderazgo que requiere el Tolima.

EDITORIAL

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