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Según los afectados, Ricardo y Lina, los habrían engañado para que les vendiera la ‘Casa del Alto’, una casa quinta, ubicada en el barrio Santa Helena de Ibagué. En la actualidad, de la propiedad hay dos registros públicos, uno de ellos a nombre del sacerdote que permanece en el Coiba de Picaleña, investigado por presunto abuso sexual.
En diálogo con Q´HUBO, la señora Nancy y el señor Cesario, ella colombiana y él de nacionalidad española, recordaron que en el año 2008 decidieron vender su casa, que describen como una mansión.
“Nosotros compramos el lote, gestionamos la licencia de construcción y todos los trámites que exige la ley. Era la casa de nuestros sueños. Escogimos cada detalle”, dijo Nacy.
Agregó que en el proceso de venta, apareció un comisionista que les presentó a Ricardo y a Lina. La pareja, le habría ofrecido a los esposos Urda-Mahecha un lote en la vereda La Esperanza, cerca a El Salado, y 100 millones de pesos en efectivo a cambio de la ‘Casa del Alto’.
“En el primer encuentro, Ricardo me dijo que le dejara ver el impuesto predial de la casa y el registro de propiedad y abusivamente se quedó con los documentos. Le expresamos que no haríamos negocio porque la casa, en ese momento, valía unos 350 millones de pesos y lo que ellos nos ofrecían valía 150 millones de pesos”, señaló la ciudadana.
Y continuó: “Un día Ricardo nos llamó y nos dijo que nos encontráramos en la Notaría. Le respondí que no íbamos a hacer negocio y que por favor nos devolviera los documentos. Unos 30 minutos después, los dos llegaron a la casa y nos invitaron a orar para supuestamente calmar los ánimos. Yo estaba muy molesta por la insistencia de ellos y además porque se habían llevado los documentos”.
Algo extraño pasó
Según el testimonio de la pareja, Ricardo y Lina habrían efectuado un ritual con cada uno, que les habría hecho perder la consciencia.
“Ellos tenían un olor fuerte, extraño. Olían como a hierbas. Nos tocaron, nos pusieron la biblia en la cabeza y lo que pasó no es muy claro. Lo cierto es que nos llevaron a la Notaría, donde mi esposa firmó los documentos”, expresó don Cesario.
La pareja de esposos recordó que eso no fue todo. Al parecer, a los pocos días, Ricardo, mano derecha del padre Fredy, se fue a vivir a la casa quinta y empezó a presionarlos para que se fueran.
“Empezaron a presionarnos psicológicamente, cambiaron las guardas de las puertas y querían que les dejáramos los muebles, las cortinas y hasta los helechos. Nos tocó acudir a las autoridades porque querían que saliéramos con una mano adelante y otra atrás. Quedamos casi que en la calle. Pasamos de vivir en una mansión en un sector estrato cinco a un ranchillo arrendado en El Salado porque el lote que ellos nos dieron estaba enmontado y no tenía servicios públicos. Para ese entonces, el valor del lote no llegaba ni a los 50 millones de pesos”, dijeron.
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