La Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada fue uno de los eventos científicos más importantes de la historia de Colombia. Su aporte, gracias al inmenso inventario de la naturaleza del entonces Virreinato, se podría resumir en la herborización y clasificación de 20.000 especies vegetales y 7.000 animales, sin embargo, sus efectos van mucho más allá.

Entre otras cosas, en sus 30 años de duración germinó un grupo de científicos, artistas e intelectuales que le mostró al mundo entero la belleza de una tierra que no era un ‘Nuevo Mundo’, como lo denominaban los europeos, sino uno muy antiguo, desde entonces milenario y de una acervo natural y cultural aún hoy inmensurable.

Por increíble que parezca, Mariquita fue su epicentro.

Los inicios de la Expedición

El rey Carlos III de España, siguiendo una tradición francesa que concebía al medio ambiente como la mayor fuente de riqueza para los pueblos, autorizó realizar un completo registro de la naturaleza del Virreinato de Nueva Granada, para lo cual fue nombrado quien había sido médico personal del virrey Pedro Mesía de la Cerda, un incipiente científico llamado José Celestino Mutis.

Al concluir el mandato de su superior, Mutis quiso asentarse en nuestro territorio porque la flora y fauna del trópico lo habían hechizado. Para su tarea, reunió y formó a una serie de jóvenes criollos para que recolectaran muestras, incluso en regiones remotas del virreinato. Otros trabajaron como botánicos estudiando las muestras, mientras que los demás dibujaban y delineaban los ejemplares para inmortalizarlos.

Aunque en el fondo de la Expedición había una intención de hacer uso de los recursos naturales para beneficio de la Corona, a la larga el interés naturalista, heredado de la Ilustración, terminó por triunfar y consagrar este periplo del saber como una de las aventuras científicas más importantes de la historia de la humanidad.

Influencia de la Expedición en la Independencia

La increíble tarea de describir una naturaleza tan inmensamente diversa y rica estimuló en los criollos un sentimiento identitario por la Nueva Granada y de rechazo hacia las arbitrariedades y atropellos que se cometían en contra de su gente.

Algunos de los criollos discípulos del Sabio fueron Francisco Antonio Zea, Francisco José de Caldas, Jorge Tadeo Lozano y José María Carbonell, futuros próceres. Sinforoso Mutis Consuegra, sobrino de Mutis, fue uno de los patriotas más destacados y se alistó en el ejército de Antonio Nariño en la Campaña del Sur.

Incluso, algunos historiadores afirman que al interior del Observatorio Astronómico de Bogotá, creado por José Celestino, fue en donde se incubó el Grito de Independencia al planearse el episodio del Florero de Llorente.

Sin embargo, según el profesor Santiago Díaz Piedrahita (q. e. p. d.), no hay suficientes elementos para llegar a afirmar que Mutis tuviese propósitos independentistas y que, por el contrario, era un ferviente defensor de la monarquía que había impulsado su Expedición.

Eso sí, los complotados y héroes de nuestra liberación se formaron “a la sombra de la biblioteca de Mutis y de los ideales de la Ilustración”.

Mutis, un ser excepcional

El Sabio estudió medicina y cirugía en el Colegio de Cirugía de Cádiz, en España, terminando su formación en la Universidad de Sevilla. Interesado desde muy joven por la astronomía y la botánica, tuvo a grandes científicos como maestros .

Trabajó como suplente de la cátedra universitaria hasta que, en 1760, decide rechazar una beca para estudiar en Francia y viaja a América como médico personal del recién nombrado virrey Pedro Mesía de la Cerda. Ya desde entonces estaba cautivado por las quinas, una corteza rica en cualidades medicinales.

Previo al inicio de su Expedición, se dedicó a la introducción de sistemas científicos en los criollos neogranadinos. En su discurso inaugural de la cátedra de matemáticas del Colegio Mayor del Rosario, por ejemplo, presentó los principios del innovador sistema copernicano heliocéntrico.

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