Pese a que a la fecha no existe un estudio científico que compruebe los efectos de las radiaciones de estas antenas en la salud humana, hay quienes sostienen que, de estar a una distancia cercana, incrementan el riesgo de cáncer, especialmente leucemia aguda y tumores en el sistema nervioso central de los niños.
Teniendo en cuenta esta preocupación, se ha conformado un grupo denominado ‘Los Caza Antenas’, los cuales se encargan de revisar en qué sectores están ubicadas. “Las antenas siempre han estado en la cúspide de los edificios más elevados o en torres aisladas de las personas para prevenir problemas con la salud, pero de unos tres años para acá las están colocando en espacios públicos, cerca de hospitales, en casas y colegios”, afirma Jaime Rendón Márquez, ingeniero eléctrico.
Además, el especialista en el tema afirma que las antenas deben estar a más de 200 metros de centros educativos, centros geriátricos y centros de servicios médicos.
Es mejor tomar precauciones: Instituto de Cancerología
El doctor Miguel Ángel Castro, médico epidemiólogo e investigador del Instituto Nacional de Cancerología, en Bogotá, considera que para prevenir alteraciones en la salud humana por cuenta de la radiación electromagnética de las antenas, lo mejor es que estén alejadas.
“Aunque se sabe que las antenas pueden tener efectos sobre la salud humana, no han sido consideradas completamente carcinogénicas, pues no ha habido suficiente evidencia como para decir que producen tal enfermedad; pero eso no significa que no la produzcan, simplemente que hace falta la evidencia, faltan más estudios para corroborarlo”, explicó el profesional.
Al no haber la suficiente evidencia para ciertas asociaciones que inciden en la salud, en este caso entre campos electromagnéticos y cáncer, “hay un principio que se debe poner en práctica, y es el de precaución”, reiteró el investigador del Instituto Nacional de Cancerología.
Explicó que “se podría hacer una especie de norma en la que debido a algunas evidencias, se sugiere que las antenas estén alejadas del ser humano, a una distancia determinada, y aunque tampoco se ha definido cuál es esa distancia apropiada, algunos estudios hablan de 300 metros y otros hablan de mucho menos”.
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